Jue. 21 Noviembre 2024 Actualizado 4:32 pm

Hasta el final y lo perenne

Al poeta y cantor de rap Fernando Kiko Mendoza, hermano de vida siempre. Para quien la poesía y el canto no se le convirtieron en mercancía ni oficio de vanidad, sino en abrazos al país por construir.

La guerra en el mundo

Desde el final de la llamada Segunda Guerra Mundial, las elites capitalistas occidentales, de acuerdo con sus intereses, vienen propugnando un mundo con nuevas reglas. El control total, la globalización del poder sobre toda la vida. En la imposición de estas reglas, han diseñado planes para destruir las viejas estructuras de los Estados-naciones nacidos en el Tratado de Westfalia y derrumbados en físico en la segunda guerra del imperialismo capitalista.

Es importante tener claro que los liberales capitalistas nunca han respetado al Estado-nación, porque ellos buscan absolutamente la libertad, por tanto, a pesar de crear un Estado con nuevas fórmulas a su servicio, este sigue siendo una traba a sus planes futuros de producir infinitamente sin que nadie les detenga o les diga cómo deben ser las cosas, ni mucho menos se las reglamente porque si no entonces la libertad no tendría sentido.

El capitalismo nunca ha tenido ni asumirá acatamiento a ninguna nación en particular, porque los humanos son ciudadanos del mundo libre y entienden que el universo todo les pertenece, y más allá de adonde les llegue la vista de las potentes sondas o telescopios.

Estas doctrinas y planes manifestándose en Davos, el G7 y otras organizaciones o tanques de cerebro se enfrentan a una realidad en donde los Estados-naciones se sustentan en tres principios fundamentales: territorio con fronteras, pueblo y ejército. Estos sectores también llamados globalizados han diseñado un plan conocido como el caos controlado que consiste en desbaratar los Estados-naciones, mantener guerras civiles de baja intensidad o sus variables, crear un sin fin de pequeños feudos controlados por señores de la guerra, de acuerdo con los recursos, materias primas y mercancías que contengan, y controlarlos directamente desde las corporaciones de todo tipo; eliminar los ejércitos nacionales y privatizarlos de acuerdo con las necesidades, crear guetos cárceles, al estilo de El Salvador, donde los pueblos serán encerrados y puestos a trabajar por salarios menos que mínimos.

El sustento ideológico-filosófico de ese trastorno de superioridad enfermiza le viene a las elites occidentales del mito de sustituir a dios como ser todopoderoso gobernando al universo, ya no con religión, sino con ciencia, ejércitos, información, tecnología y control de la producción. Ellos definitivamente están convencidos de ser dioses, por tanto, todo el mundo debe rendirles pleitesía.

Ahora bien, llevar adelante estos planes necesariamente los confronta con elites constituidas desde antiguo en otro modelo cultural, que generalmente duran entre 500 y mil años o más como en el caso chino, que apenas tiene 100 años saliendo del capullo. Es decir, que su declive está muy lejos en el horizonte y el tiempo. Hoy estas culturas están enclavadas, sembradas en sus territorios y sus nuevas doctrinas como culturas florecientes, mientras que los proponentes del caos controlado están en pleno proceso de declive. La China es una cultura que se ha mantenido a través de dinastías que se fundan, florecen, dan fruto y entran en declive, al igual que persas y rusos, que se sostienen por el apego al territorio, que no tienen como principio crear colonias, sino que van creciendo e incorporando como parte integral de la nación a los pueblos conquistados.

Esto no dice que es bella la guerra y el saqueo porque la llevan a cabo estas culturas. Ninguna invasión o conquista es plausible, sea quien sea la elite que la realice. Solo que Occidente se enfrenta a otra manera de hacer la guerra, porque ya no se enfrentan a pueblos desvalidos sino que se enfrentan a verdaderas máquinas de guerra, que incluso son sus inventores.

Otro ejemplo: tanto chinos, rusos y persas se entienden como supervivencia cultural; dicen: nosotros existimos, somos rusos, chinos, persas; se nombran y tienen capacidad de nombrar, pero además tienen un gran ejército, tienen un movimiento científico importante, tienen un movimiento tecnológico importante, tienen unos datos culturales acendrados como pueblo, y eso les va permitir ganar la guerra. De hecho, ya el Occidente narcificado y globalizado como una peste definitivamente la perdió; hagan lo que hagan los otanistas no van a poder reventar las defensas rusas, pase el tiempo que pase, aunque destruyan a Ucrania en la derrota final que es la suya propia.

La confrontación militar entre estos dos modelos es inevitable pero la guerra la ganarán las culturas asentadas en los territorios, sin duda alguna, porque los ejércitos a menos que sean invasores no pueden ser errantes, necesitan un territorio que les justifique al igual que los pueblos y las naciones, y esto lo tienen claro chinos, rusos e iraníes. La única manera de que los globalizados ganaran la guerra es creando un ejército global, pero la OTAN que es un remedo o pretensión de este ejército constituido por norteamericanos, europeos, japoneses, australianos, neozelandeses y otros cipayos; está anquilosado y perdiendo con Rusia en las tierras ucranianas.

La guerra en Venezuela

Desde que las petroleras extranjeras impusieron en Venezuela su Estado petrolero con la dictadura de Juan Vicente Gómez, en adelante los gobiernos se turnaban con sus altibajos sin que por ello las petroleras se vieran obligadas a imponer sus designios por la fuerza. Pero apenas llegó el gobierno de Hugo Chávez Frías, las grandes transnacionales del mundo se han ensañado contra nosotros aplicando todos los manuales de ablandamiento de la guerra para torcernos el pescuezo, no ha pasado un día sin que los dueños no hayan hecho una acción en nuestra contra, tanto a lo interno como en lo externo, y cada día que pasa la guerra se recrudece, porque según ellos estas tierras con gente y recursos les pertenecen.

Pero esto no es nada nuevo. Recientemente lo hicieron con Libia, Irak, Siria. Primero una campaña publicitaria mundial para justificar la invasión: que son Estados fallidos, dictadores monstruosos, no practican la democracia, economía fracasada, en caos, a punto de default, que no respetan el derecho internacional; a las elites internas las dividen y fanatizan, fortalecen partidos de oposición, los financian y los arman creando revoluciones de color, primaveras o guarimbas, según sea el caso; donde pueden usar el narcotráfico y la delincuencia lo harán; así mismo usan a las ONG, organizaciones de política internacional como la OEA, la ONU; también utilizan a los gobiernos vecinos, a las organizaciones regionales en donde se agrupan países objetos de la invasión.

Por ejemplo, la Unión Africana sirvió para presionar y joder al gobierno libio de Gadafi, asimismo la Liga Árabe para someter a Hussein en Irak, como a Siria que también la invadieron con la anuencia de la Liga Árabe y en todos los casos usaron los medios de información como artillería de ablandamiento de cerebros que, con disparos de mentiras y medias verdades, terminan alienando a millones de seres para que crean que sus hechos son de buena voluntad, todo eso amparado en la ficción de la libertad, de la igualdad, del progreso, de la fraternidad, de la democracia.

Al igual que en otros países invadidos, los globalizados occidentales lograron que un sector de la elite ucraniana se prestara a su juego y desde allí intentaron invadir Rusia, solo que Moscú no esperó la invasión dentro de sus fronteras sino que se abrió, los esperó fuera de sus fronteras consiguiendo frustrar las aviesas intenciones del capital globalizado, que usando como instrumento a la OTAN invade todo el este europeo cercando las fronteras rusas hasta Ucrania, donde tumbaron el gobierno en Kiev en 2014, porque ya habían preparado desde antes las condiciones para generar una elite fascista dirigida por un ministril, y con ello justificar la invasión a Rusia. Pero los rusos se adelantaron, porque un país tan grande no puede permitir bases militares de países tan hostiles de Europa y Norteamérica, y así evitan la invasión, diciendo con sus acciones de guerra y diplomáticas que "hasta aquí llegan, no aceptamos más vainas" y se plantaron.

Pero a los rusos también le aplicaron la misma receta: financiamiento de partidos de oposición, intento de revoluciones de color, uso de gremios feministas, LGTBI y otros gremios para crear zozobra y divisiones en el frente interno. A todas esas organizaciones le metieron plata para tratar de crear una división interna en Rusia, lo que pasa es que los rusos descubrieron las intenciones y decidieron entromparse fuera de sus fronteras.

A las elites occidentales ya no les importa la existencia del Estado-nación

La guerra en Venezuela

En Venezuela está ocurriendo exactamente lo mismo, incluso ya corren la voz de que somos invasores porque se ha sido firme al decir la verdad de que la ExxonMobil está usando al gobierno de Guyana para robarnos el petróleo y el territorio.

Los habitantes de este territorio libramos grandes batallas para abandonar las viejas estructuras del poder que nos han mantenido atados a la carreta del capitalismo como sus esclavos. Chávez nos dejó una guía, nos compró futuro con la propuesta de una Constitución en la que estuvimos de acuerdo y la aprobamos. En adelante, el país-mina es una gran olla en la que cabemos escuálidos, chavistas, ladrones, asesinos, todos los gremios del signo que sean, todas las profesiones, las academias, niños, hombres y mujeres en sus diversas edades, frustraciones y placeres, cada uno defendiendo su interés creado por el capitalismo consumista, pero Chávez no nos propuso esta Constitución para defender y perpetuar la mina en la que convirtió este territorio el plan capitalista para el mundo, sino para ir poco a poco avanzando en los planes de radicalmente abandonarla y construir un país en donde conscientemente vivamos todos aquellos que, abandonando sus intereses egoístas, puedan arrimar esfuerzos y así constituirnos como uno radicalmente distinto a la mina que desde hace 500 años explota el capitalismo.

¿En alguna parte de la Constitución se nos dice algo distinto a construir este país, se nos dice acaso que todos tenemos derecho a robar, a saquear, a destruir a asesinar? Entendemos que no, pero para poner un ejemplo: ¿A Rafael Ramírez lo pusieron en los manejos del petróleo para que robara, a la señora fiscal Luisa Ortega Díaz la pusieron para que robara e incriminara a alguien con su poder? Sabemos que no. A ellos los impusieron allí para que ayudaran al buen funcionamiento, pero se dedicaron a crear dificultades y aprovecharse de las mieles que genera el cargo y la posición de jefatura.

En igual medida conseguimos a Lorenzo Mendoza, Juan Guaidó y sus secuaces Julio Borges, Leopoldo López, María Corina Machado, Antonio Ledezma y una gran lista de pequeños lugartenientes que aún no pueden saciar su sed de poder y venganza. Uno más que el otro compiten para ver quién, con sus acciones destructivas, sirve mejor al poderoso extranjero que desde siempre nos ha saqueado, de manera que no importa cómo se declaren los habitantes de la mina, sean chavistas o escuálidos capitalistas, cada uno con sus acciones egoístas conspira para que la posibilidad de constituirnos como un país independiente no se logre, porque al final lo que nos define son los hechos y no las declaraciones.

Los globalizados occidentales están tratando de meter mano para justificar su invasión, porque la intención es invadirnos. La oposición, con el financiamiento y asesoramiento de los globalizados occidentales, lo ha intentado de mil maneras pero ya no tiene fuerzas para tumbar al gobierno. No es verdad que la oposición tiene intenciones de alternabilidad democrática o de organizar un partido para llevar adelante unas elecciones formalmente aceptadas por la Constitución; su intención es reconstruir el aparato de poder que ellos controlaban como mayordomos del capital, porque ellos con o sin Estado le pueden trabajar a sus amos extranjeros, sean petroleros, mineros, auríferos.

Pero resulta que a los occidentales ya no les importa la existencia del Estado-nación, porque la intención de ese sector es propugnar el mundo de acuerdo con sus reglas, la unipolaridad, la hegemonía absoluta de los predestinados en Norteamérica, Inglaterra, Europa. Lo que realmente necesitan es volver absolutamente caóticos a estos países-minas donde habitamos y les producimos plusvalía sin llegar a los bloqueos y sanciones. A Perú, Ecuador, Colombia, Argentina, México, Brasil les han destruido absolutamente toda su economía, porque las mismas elites políticas y empresariales de estos países se prestaron para que eso ocurriera, porque estos cipayos imperiales siempre han sido incapaces de crear una política seria, una política consistente, que intente cambiar las estructuras, crear otra manera de vivir en estos países.

Por parte de los políticos llamados de izquierda, de cambio o progresistas, su falta de ideas consustanciadas en el territorio, su falta de planes a largo plazo para tomar el poder y desde allí emprender la gran tarea de convertirse en países no-minas, les ha restado temeridad, audacia para desarrollar políticas serias, continuadas y consistentes que hagan posible otra opción. Esa timidez ha contribuido a que se mantenga ese tipo de políticas agresivas por parte del capital financiero especulativo en estos territorios.

Nosotros somos la vida, la esencia, la sustancia de la existencia de este ser que somos como especie

La campaña de propaganda masiva que hay contra el gobierno venezolano condenándolo porque es supuestamente responsable del Estado fallido, porque económicamente no resuelve los problemas, por la delincuencia, porque no es democrático, porque Maduro es dictador, lo del Times Square y la migración; que si el Tren de Aragua invadió Europa y se agarró África, que a María Corina no la dejan participar en las elecciones, que pobrecito los exiliados venezolanos de Miami o de España, que no los dejan hablar; pero todos sabemos, aunque nos hagamos los lomoebaba, que eso es pote de humo ya que no hay más criminalidad, ni suicidio, ni economía, ni estructuras destruidas, ni trampa política en los partidos del mundo como la que tiene Estados Unidos en todos sus partidos, en todos sus movimientos, con todos sus lobbies, sus comisiones. Sin embargo, ellos acusan a todos los demás países de no cumplir con la libertad, con la democracia. Si algo es dictatorial es el gobierno y la economía en Estados Unidos, en Europa, en Inglaterra. Eso está supremamente demostrado, solo las elites existen como gobernantes y como decisorias de cualquier tipo de política que se implemente, ya sea esta empresarial o deportiva.

La campaña publicitaria contra Venezuela en el mundo es demasiado fuerte y evidente, pero el gobierno venezolano ha hecho un esfuerzo titánico para reventar esa diplomacia de guerra que sostiene hasta ahora el capital financiero especulativo contra el país, porque sin duda el objetivo de la elite es destruir a Venezuela como Estado-nación, llevarnos a una guerra civil permanente que le permita a ellos disfrutar de los recursos sin tener que pagar impuestos o regalías. Eso lo están haciendo en Libia, Siria, Irak, nadie se engañe, no se crea que de verdad los tipos están defendiendo democracia y libertades, ni es verdad que Maduro es un dictador antidemocrático, que el CNE es amañado: todo eso es la propaganda y la publicidad para esconder las verdaderas intenciones.

En ese sentido, todo el mundo tiene que estar claro de qué es lo que está pasando, a nadie lo pueden agarrar fuera de base, tenemos que estar vigilantes de la situación en la que estamos viviendo.

Hasta el final y lo perenne

La diferencia entre nosotros y el planteamiento de los liberales globalizados y sus piezas internas como María Corina, que propugnan el caos controlado con la eliminación del Estado-nación, es que el fin para ellos es eliminarnos, volvernos trizas, destruirnos, porque el concepto enemigo es el deber ser de ellos y así lo entienden. Ellos no nos tienen a nosotros los esclavos como un enemigo tradicional, como una elite, a la que se enfrentan por el botín, sino que ellos temen que al desaparecer los esclavos ellos dejen de ser lo que son: elites dueñas. Con el esclavo ellos no respetan ninguna regla, el esclavo solo debe ser aniquilado por su atrevimiento.

Eso significa "hasta el final", porque ellos entienden que le quitan su libertad, su democracia, su progreso, su civilización, su modo de producción y por tanto su cultura, sus modos, usos y costumbres. Porque "hasta el final" es hasta la muerte, la desaparición, la liquidación física del esclavo atrevido, para que sirva de escarmiento.

A nosotros no nos corresponde hablar "hasta el final". ¿Por qué? Porque nosotros somos la vida, la esencia, la sustancia de la existencia de este ser que somos como especie. Nosotros no nos podemos proponer "el final", estamos obligados a sostener lo perenne, y lo perenne es lo que cambia. Lo perenne es lo que es lo otro siendo en sí mismo lo que es, y eso es lo que estamos obligados a defender y a luchar, a pensar, experimentar y construir.

María Corina, Rafael Ramírez y todos los demás que conspiran contra la posibilidad de ser un país independiente con políticas propias en todos los ámbitos no son más que tornillos oxidados, chatarras de la mina, que van quedando fuera del andamiaje para la construcción del país. Ellos son usados por el gran capital extranjero como herrumbres para podrir la posibilidad de lo distinto.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<