Según el primer boletín de la Junta Nacional Electoral, emitido a las 11:20 de la noche, Garrido obtuvo 172 mil 497 votos (55,36% del total), mientras que Jorge Arreaza, candidato del Gran Polo Patriótico y el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) obtuvo 128 mil 583 votos (41,27%).
Entretanto, el también opositor Claudio Fermín alcanzó 5 mil 528 votos (1.6%). Mientras que la participación de electores en la contienda fue de 51,8%.
Sobre el resultado de esta elección es importante precisar algunos elementos claves, a continuación.
1. La inercia precedente
En términos estrictamente matemáticos, las elecciones del 21 de noviembre dejaron una asimetría electoral adversa al chavismo de un 66% de votos en contra, combinando los votos de Freddy Superlano y Rafael Rosales, ambos opositores. Este era el último referente electoral anterior a las elecciones de enero.
Esta asimetría se mantuvo ahora de manera nucleada, alrededor de Sergio Garrido, quien logró aglutinar los votos de los anteriores candidatos a su favor.
La candidatura de Arreaza logró llevar los votos del chavismo, de 103 mil 693 votos (37.2%) a unos 128 mil 583 votos (41.2%), en apenas un mes de su presencia como abanderado político en el estado. Es evidente que el resultado no fue suficiente para darle una victoria al candidato chavista, pero fue en términos estadísticos una opción electoral que creció ampliamente.
Por ello, en términos electorales, la explicación a la victoria de Garrido obedece en gran medida a la inercia precedente en Barinas, que no fue posible revertir y que, además, no es solamente electoral, pues en realidad esto terminó siendo rasgo de otras inercias existentes en el estado.
2. El acumulado político en Barinas
Barinas fue hasta hoy un estado con una gran particularidad. Era el único del país que había sido gobernado por familiares del Comandante Chávez, creando un clima político interno sumamente diferenciado al del resto del territorio.
Ello refirió la conformación de nuevas realidades subjetivas en el estado, sostenidas sobre una sensación de "perpetuidad" e "inamovilidad" de la dirigencia, mediante una excesiva confianza en el electorado estadal, tradicionalmente chavista. En Barinas también se crearon tejidos políticos de confianza alrededor de los mandatarios, mediante formas de castas.
En otras palabras, prevalecieron las relaciones clientelares fundadas sobre una falsa creencia de "eternidad" política. Situación que, en conjunto, generó un deterioro sostenido y prolongado del tejido político en el estado, en la gestión y en el manejo de la cosa pública.
Estructuralmente, pero de manera acelerada en el periodo de mandato de Argenis Chávez, se generó un acumulado político sumamente adverso que el chavismo no logró revertir en las urnas el 9 de enero.
En Barinas tuvo un énfasis el impacto de la caída de los ingresos nacionales, el acumulado del bloqueo y la pérdida de la base material del Estado venezolano, que se tradujo en una pérdida significativa de las capacidades de gestión.
Aunque lo anterior obedece a un fenómeno nacional, también es un hecho que la dirigencia de Barinas durante los últimos años no maniobró debidamente estas circunstancias en el ámbito de lo político, permitiendo que estas calaran profundo en todos los ámbitos de las políticas públicas.
El saldo negativo en relación a la gestión terminó expresándose en el comportamiento de los votos en dos elecciones consecutivas, en un estrecho tiempo.
3. El tejido orgánico del chavismo en Barinas
En Barinas, además del proceso único de vínculos familiares de los gobernadores con el Comandante Chávez, ocurrió el proceso único de disputa intrafamiliar, concretamente entre Adán y Argenis Chávez, y luego entre Argenis y Hugo Chávez Terán, este último hijo de Nacho Chávez.
La disputa familiar, que transcurrió durante años de manera solapada, adquirió más notoriedad al fin del último periodo de Adán Chávez y el ascenso de Argenis en 2017, llevándose a niveles preocupantes en los últimos cuatro años. La aparición de Hugo Chávez Terán solo agudizó el cuadro de contradicciones, generando una división orgánica de las estructuras de base y de funcionamiento integral ascendente de la estructura del PSUV.
En las primarias del PSUV de 2021, Argenis Chávez logró burlar los métodos del partido pero además el espacio fue usado por Hugo Chávez Terán para proyectarse, desatando una disputa cruenta y difícil que obligó a las estructuras a tomar bandos.
Seguidamente, al tener lugar la elección del 21 de noviembre, muchos quienes seguían a Chávez Terán se abstuvieron de apoyar a Argenis. Otros, quienes rechazaban a candidatos a alcaldes impuestos por Argenis, se abstuvieron y el saldo político terminó siendo evidente. Barinas vio el particular fenómeno de que en algunos municipios más personas votaron en las primarias del PSUV, que chavistas el 21N.
Recordemos que Argenis Chávez tuvo un saldo desfavorable contra Freddy Superlano de apenas 630 votos el 21N, y pudo haber ganado con un 37% de los votos. De ahí que esa diferencia mínima, que ha resultado catastrófica, pudo tan solo evitarse si las estructuras en el estado hubiesen estado unidas. Léanse con ello los niveles de magnitud y alcance de esta disputa y sus saldos.
Una inmensa parte de esas divisiones crearon una inercia en las modalidades de organización, en el funcionamiento de la maquinaria, en la composición de los 1x10, que se manifestaron el 21N y que han dejado coletazos hasta el 9E.
En otro orden de ideas, la división programática, metodológica y organizativa en las instancias de estructura y de base del PSUV no son el único rasgo del deterioro en el tejido de la orgánica del chavismo en Barinas. Allí además aparecen rasgos más peligrosos, propios de una descomposición social.
La disputa entre los Chávez propició desplazamientos, divisiones y ataques entre factores regionales, pero también favoreció la creación de redes de "lealtad" alrededor de los mandatarios.
Por otro lado, la diatriba inhabilitó los mecanismos de contraloría interna en el partido, en las instituciones y en la sociedad, ya que muchas críticas, muchas denuncias legítimas y actos de rechazo a la corrupción eran tomadas como "traición" y "ataque" del "otro bando" político.
Estas circunstancias generaron una espiral descendente de descomposición social. Es decir, la corrupción y sus beneficios, en diferentes escalas y niveles, comenzaron a tomar cuerpo como una amalgama de las lealtades políticas.
Entonces, la orgánica del partido, que tomó forma por las imposiciones de Argenis incluso hasta las bases, y que replicó en gran medida las prácticas del círculo alrededor del exgobernador, fue debilitándose por descomposición de los pactos sociales. Es decir, se debilitó por el propio peso de la corrupción de las dirigencias medias y altas.
Todo el saldo acumulado de destrucción del tejido político terminó siendo clave para afectar la elección, incluyendo los procesos de maquinaria y los demás procesos vitales que fallaron el 9E.
4. El factor opositor
A expensas de un acumulado muy negativo, tanto por la situación nacional como por las propias circunstancias puntuales negativas de la dirigencia en Barinas, el chavismo encontró otras condiciones adversas muy singulares en el estado.
Nuevamente apareció el fenómeno de posible compra de votos en el estado y nuevamente apareció el factor del flujo de recursos provenientes de vías mafiosas de diferentes denominaciones. Este es un componente de alerta en proporciones de seguridad nacional.
Aunado a ello, concurrió un flujo de recursos de la corrupción del gobierno paralelo, campeando en la política barinesa, haciendo la elección un laboratorio nacional.
En términos puramente matemáticos, la oposición en suma del 9E no creció significativamente con relación a su nivel del 21N. De ahí que el factor "anímico" de los eventos post-electorales de noviembre no fue significativo en términos reales. Fueron el rechazo acumulado y los incentivos en dinero los que hicieron una diferencia adversa al chavismo.
Barinas no ha tenido un gobierno de derecha en era chavista, de ahí que sus electores han entrado ahora a terreno desconocido. Muchas de las expectativas de muchos barineses opositores no están fundadas en soluciones o esperanzas concretas, más bien en un rechazo por lo vivido en los últimos años. Por lo tanto, definir a Barinas como un estado subjetivamente "opositor" puede resultar efímero.
5. Lo que ganó el chavismo
La campaña de Jorge Arreaza logró componer, al menos coyunturalmente, una inmensa parte del tejido político del chavismo. Arreaza logró unir al chavismo en su candidatura, mediante una campaña esperanzadora, que removió fibras por invocar los sentidos comunes del chavismo profundo en el estado.
Curiosamente y contra muchos pronósticos, Arreaza, quien contaba con un sólido perfil como funcionario y no como líder político de masas, logró conectarse con códigos originarios e identitarios, en una épica emocionante y clara; rescatar el sentido de ser chavista y proponer ideas significantes, no solo ante Barinas, sino ante el país.
Aunque ello no se tradujo en superar la estadística adversa, propone por la vía de los hechos que las ideas significantes del chavismo tienen suma vigencia y potencial y no han sido avasalladas por la guerra impuesta, por la destrucción de la base material que el país ha sufrido y por los cambios en la subjetividad nacional en estos años.
En números, el chavismo en Barinas aumentó su votación en un 25% en solo 4 semanas de recuperación de su discurso identitario.
Por otro lado, la campaña del PSUV, que tuvo un importante despliegue y presencia de la dirigencia nacional, permitió que Barinas fuera palpada como una muestra, aunque particular, en buena medida representativa de los procesos políticos en el país. Si Argenis Chávez o Jorge Arreaza hubieran ganado en las elecciones de Barinas, no habría como resultado una radiografía regional que es muy útil para comprender las nuevas realidades nacionales.
El chavismo en Barinas, pero también a escala nacional, cuenta hoy con un espacio mínimo pero invaluable para maniobrar, buscando en sí mismo las claves de su recomposición. Barinas demostró que las estructuras sociales y políticas son dinámicas, y que además demandan las 3R permanentes, como formas de lo cotidiano.
Barinas gana la urgencia de repensar la política como destino inexorable para revitalizarse, y para perdurar.
Aunque el estado, con un gran valor sentimental y simbólico, ha sido tomado por la oposición, no es cierto que sea un referente para suponer un fin del chavismo a nivel nacional, pues no hay elementos sólidos que permitan constatar tal inferencia por la complejidad y diversidad del país nacional.
Este estado, que es ahora espacio de experimentación del antichavismo, puede ser espacio de experimentación también por el chavismo para ensayar un nuevo marco de posibilidades, en reorganización, en gestión y en repolitización.
Las "derrotas" son también madres de oportunidades.