Lun. 18 Noviembre 2024 Actualizado 6:13 pm

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El clima de confrontación entre algunos dirigentes de la oposición venezolana recrudece. (Foto: Archivo)

Radiografía en alta resolución sobre la confrontación entre las dirigencias opositoras

El clima de confrontación entre algunos dirigentes de la oposición venezolana recrudece en la víspera de cumplirse los lapsos para la sustitución de candidaturas para los próximos comicios presidenciales de Venezuela, a realizarse el 28 de julio.

Según el calendario electoral divulgado por el Consejo Nacional Electoral (CNE), las organizaciones políticas participantes han contado con tiempo, desde el 1.o de abril hasta el 20 de este mes, con vistas decidir cambios en candidaturas.

En este sentido, para el día 17 de abril en horas de la mañana todavía no se había dado a conocer algún acuerdo que refiriera "humo blanco" entre los partidos y dirigentes que conforman la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), sucesora de la extinta Mesa de Unidad Democrática (MUD).

Hay un claro vacío de liderazgo en un segmento de la oposición, pero este no merece que se analice aisladamente pues forma parte de un conjunto de aristas del deterioro de las condiciones de representatividad en la derecha venezolana.

En este análisis intentaremos ir desde los hechos más circunstanciales del presente para analizar la situación general.

La confrontación como hecho público, notorio y comunicacional

Durante las semanas recientes, los dirigentes que forman parte de la PUD y María Corina Machado —quien no integra esta instancia— han tenido un enfrentamiento velado que ha ido escalando en los últimos días. Esto ocurre a partir de las denuncias sobre "traición" que hizo la susodicha luego de la inscripción de Manuel Rosales como candidato de su partido Un Nuevo Tiempo (UNT) y de Edmundo González, un candidato "provisional" o "tapa", mediante la tarjeta electoral aun vigente de la antigua MUD, la llamada "Tarjeta de la Unidad".

Es necesario recordar que la oposición no logró un consenso sobre la candidatura por delegación y artificial de Corina Yoris, quien fue presentada públicamente por Machado sin el consenso de importantes actores de la PUD.

Aunque los factores de dicha plataforma enfilaron sus acusaciones hacia el Presidente Nicolás Maduro y al CNE, porque supuestamente no permiten la inscripción de Yoris, es un hecho que el órgano rector nunca registró una solicitud formal ni se procesó el nombre de la octogenaria en el sistema, ni por modalidades de inscripción por partidos políticos ni tampoco por iniciativa ciudadana, tal como refiere la Ley Orgánica de Procesos Electorales (Lopre) y su Reglamento.

La admisión de Rosales habría contado con el aval de Henrique Capriles, del partido Primero Justicia (PJ), y Henry Ramos Allup, dirigente sin partido, pero proveniente de Acción Democrática (AD). Rosales, Capriles y Allup son los principales impulsores del llamado G3, una triada de importantes organizaciones opositoras aglutinadas en la PUD. Esto refiere que la crisis de confianza entre dirigentes de ese sector es grave y manifiesta la encrucijada que ha derivado en los señalamientos públicos como preámbulo a la sustitución de candidaturas.

Machado ha señalado a Rosales y a los otros 11 candidatos opositores inscritos de ser "candidatos de Maduro". Por su parte Rosales ha indicado que su inscripción fue para ofrecer una alternativa electoral y no dejar cautivo el terreno político.

Pero en los últimos días la crisis ha recrudecido, especialmente desde anuncios en redes sociales sobre llamamientos a Rosales a reunirse con la PUD para plantear su sustitución o apoyo, convocatorias que Rosales dijo desconocer.

El escalamiento de los enfrentamientos ha tenido diversos actores y vocerías, pero consiste en una disputa encarnizada por liderar el relato en la opinión pública.

Uno de los hitos de esta insólita pugna fue la aparición de Corina Yoris, ahora como vocera autorizada y figura relevante pese a no tener procedencia como dirigente, quien ante un medio internacional refirió que "Rosales no representa la oposición" por su reunión con el presidente de Colombia Gustavo Petro.

Rosales había manifestado que desde la organización política de Machado, "Vente", se había orquestado una campaña en su contra acusándolo de "traidor". En reiteradas oportunidades Rosales había declarado el uso de granjas con bots desde redes sociales a costos millonarios en dólares, que se estaban usando para destruir su imagen. Declaró que estaba dispuesto a renunciar a su candidatura y entregarla a la PUD "con lazo y todo", pero para eso era necesario que otros sujetos —en referencia a Machado— mediaran la crisis con "confianza" y "buena fe".

Rosales señaló que los cercanos a Machado en "Vente" eran personas que apostaban a la "abstención" y a la "violencia", lo cual generó la divulgación de un comunicado por parte de esa instancia en la que afirmaron que el Gobernador de Zulia reproducía "los señalamientos del régimen" para "arremeter" contra la dirigencia de esa organización. Exigieron a Rosales "retractarse" de sus señalamientos.

El miércoles 17 de abril, luego de una reunión entre Rosales y la PUD, se reveló que este no contaba con el consenso de los partidos para ser su abanderado por la "Tarjeta Unitaria", y que la reunión se efectuó en un pésimo clima.

Se reveló que las reuniones podrían continuar para el jueves 18 y, en este caso, participaría María Corina Machado.

Es evidente que la oposición en la PUD se sumió en metodologías disfuncionales que los llevaron a este punto dado que luego del ascenso de Machado a partir de las primarias de octubre, esta logró presionar a la plataforma para que no discutiera y aprobara un método de “sucesión” en caso de que ella no se lograra inscribir como candidata debido a su inhabilitación para ejercer cargos públicos.

La PUD se rige por un sistema de mayoría y consenso, siendo la mayoría de 8 de 10 partidos que conforman la instancia. Independientemente de que el G3 represente las organizaciones más relevantes, pequeños partidos como Causa R de Andrés Velásquez, y Alianza Bravo Pueblo (ABP) de Antonio Ledezma —organizaciones prácticamente extintas del cuadro político nacional— están incidiendo en las decisiones por su alineación con Machado, aunque ella no forme parte de la PUD. De facto, la orgánica en la PUD debe darse como rota.

A casi 3 meses de las elecciones presidenciales, la PUD no cuenta con una figura sólida. El plazo de sustitución de candidaturas reflejadas en el tarjetón electoral vence el próximo 20 de abril.

Hace días María Corina Machado cuestionó "el apuro" para definir una figura. Insistió en que ella o Corina Yoris podrían ser candidatas incluso hasta 10 días antes de las elecciones, lo cual es una oferta, además de engañosa, muy peligrosa para asumir la definición de un abanderado con vistas a la jornada comicial.

Crisis y división transversal

Es necesario aclarar que la crisis de división en la PUD es sintomática de una deriva transversal en todo el sistema de representación de los partidos opositores tradicionales. Lo que quiere decir que las graves situaciones en la PUD, si bien son muy relevantes, son apenas un recuadro de un conflicto de factura mayor.

Sobre esto es oportuno referir que el "ecosistema de partidos" opositores ha estado cambiando dramáticamente en Venezuela en los últimos años y dicho sector se ha ido atomizando en nuevas fuerzas con otras denominaciones.

Las candidaturas de Antonio Ecarri, Javier Bertucci, Benjamín Rausseo, Daniel Ceballos y Luis Eduardo Martínez, entre otros, tienen diversas procedencias, entre independientes, dirigentes provenientes de otros partidos y nuevos liderazgos en organizaciones tradicionales que cambiaron de dirección. Estos elementos son elocuentes de un patrón general: el agotamiento de los liderazgos tradicionales desde la MUD hasta la PUD.

El surgimiento de dirigentes opositores que han salido al ruedo mediante candidaturas es señalado de maneras muy simples desde la PUD y desde María Corina Machado: "Son alacranes y colaboracionistas del régimen", lo cual refiere un gran nivel de desconocimiento interorganizaciones de la oposición, en una diatriba a gran escala pues se trata de al menos 10 nuevas organizaciones políticas, otras instancias tradicionales y un grupo de líderes que apenas se estrenan como candidatos presidenciales, que son satanizados desde los grupos opositores tradicionales, los cuales están también divididos entre sí. El cuadro es muy complejo.

Sobre los sistemas de alianzas y la cohesión electoral

Existen al menos tres grandes grupos de opositores en Venezuela en estos momentos.

El primero de ellos es el que conforman algunos partidos de la PUD de manera aislada al resto. Es el G3, con UNT, PJ y AD —tendencia Allup—. Son la representación más "tradicional" de la oposición y son las organizaciones con más cargos electos y más elecciones ganadas en el espectro de la derecha. Pero estos partidos lidian con problemas internos y externos.

AD está dividido entre los liderazgos de dos dirigentes veteranos de esa tolda: Henry Ramos Allup y Bernabé Gutiérrez —quien posee las siglas del partido—. PJ está bajo disputa, por un lado Henrique Capriles y José Tomás Guanipa, mientras en otro frente el control de la organización es reclamado por Juan Pablo Guanipa y Julio Borges —desde el extranjero—. Las rupturas son tan complejas que son incluso entre hermanos, como es el caso de los Guanipa, con expresión más allá de las fronteras venezolanas.

Por su parte UNT, bajo el liderazgo de Rosales, aun conserva su orgánica política y es un partido bien posicionado en el estado Zulia, pero carece de alcance real en muchas regiones del país.

En la oposición tradicional también hay un grupo de partidos muy pequeños con posturas oscilantes que forman parte de la PUD y que fijan posturas de acuerdo a circunstancias del hecho político. Hay otros de mayor relevancia como Fuerza Vecinal (FV). Aunque FV es una novísima organización, en estos momentos está alineada a la PUD.

El segundo grupo es el sector de partidos de ultraderecha, hoy aglutinados alrededor de María Corina Machado. Lo integran la organización Vente—que no es técnicamente un partido político por no avalarse ante el CNE—, Voluntad Popular (VP) bajo la dirección desde el extranjero de Leopoldo López y Juan Guaidó. Seguidos de Causa R y Alianza Bravo Pueblo (ABP).

Entre este grupo solo Vente intenta crear una orgánica política. Pero VP está desarticulada y sin dirección real en el terreno, mientras que Causa R y ABP no existen de facto.

En tercer lugar están los opositores "emergentes", grupo muy diverso que tomó forma en las elecciones regionales de 2021 como coalición llamada "Alianza Democrática". Incluye a actores independientes y a las formaciones El Cambio, Arepa, Primero Venezuela, AD —tendencia Bernabé—, Conde, El Lápiz, Soluciones, Cambiemos y Avanzada Progresista, entre otros.

Se trata de organizaciones dispersas, con liderazgos dispersos. Algunas son tan nuevas que no tienen orgánicas territoriales y sectoriales, lo cual las hace débiles. Entre ellos Antonio Ecarri es el más sobresaliente en estos momentos por contar con un trabajo sectorial —en el área educativa—, lo que favorece su posicionamiento, especialmente en Caracas y Miranda.

Todos estos tres grandes grupos tienen un rasgo común: no poseen condiciones orgánicas electorales, no poseen estrategia territorial electoral conjunta y carecen de órganos de dirección únicos que les hagan bloques políticos debidamente estructurados para construir estrategias, campañas y liderazgo.

En algunos casos, estas agrupaciones o bloques de partidos cuentan con dirigentes ampliamente rechazados o deslegitimados, sus prácticas son claramente personalistas y ningún bloque u organización ha logrado ofrecer un proyecto o programa de gobierno coherente que pueda concentrar apoyo de la población.

A solo tres meses para las elecciones, ni las fuerzas de Machado ni la PUD cuentan con una candidatura sólida, tampoco está en desarrollo una campaña electoral territorializada que transmita una oferta política opositora unitaria. Pero, en simultáneo, hay 10 candidatos opositores activos haciendo campaña con alcances mínimos en la mayoría de los casos. Lo que quiere decir que no hay una campaña consistente y real en ningún frente de la oposición, exceptuando algunos actos públicos de María Corina Machado, quien actúa por sí sola, aunque no será candidata.

Estos elementos refieren que las oposiciones venezolanas carecen de las condiciones elementales que permitan que alguno de sus dirigentes tenga posibilidades reales de ganar una elección presidencial en el mes de julio.

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