Este miércoles 20 de mayo el presidente Donald Trump participó en una conferencia telefónica de poco alcance con personas de la comunidad latina en Estados Unidos a raíz del tema de la pandemia de Covid-19 que ya ha dejado más de un millón y medio de contagios y más de 60 mil fallecidos.
Los medios estadounidenses han señalado que la reunión fue con “líderes hispanos” pero salvo Fox y CNN, la noticia de la conferencia ha tenido una resonancia limitada.
CNN recogió las declaraciones de Sindy Benavides, una líder de la comunidad latina directora de la de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC), quien cuestionó la reunión por estar “lleno de individuos que eran una lista preparada de partidarios de Trump, que no cuestionaron al presidente”.
Resalta la cadena de noticias que la organización que dirige Benavides “a menudo se ha opuesto a las políticas del presidente y, en los últimos meses, han apuntado a la falta de protección del gobierno federal para los trabajadores de las plantas empacadoras de carne, muchos de los cuales son inmigrantes. La industria ha estado lidiando con una serie de brotes de coronavirus en sus lugares de trabajo”.
En realidad, la reunión fue un encuentro informal con comerciantes y empresarios medianos como Ramiro Cavazos, presidente de la Cámara de Comercio Hispana de EEUU, quien le preguntó durante la reunión a Trump “cómo la administración puede ayudar a los propietarios de negocios hispanos a lograr contratos gubernamentales”.
El hecho es que la carrera presidencial ha empezado y tanto Trump como Biden buscan ganar el apoyo del influyente voto latino. En 2016, el actual inquilino de la Casa Blanca logró el 28% del voto de la comunidad.
En ese contexto sucedió la reunión de Trump, la cual no escapó de la polémica dado que los latinoamericanos residentes e inmigrantes en Estados Unidos son un grupo social especialmente afectado por la pandemia de Covid-19.
El desempleo de latinos ha escalado al 19%, mientras que tanto en Florida como en Nueva York, según The New York Times, los casos de fallecidos por coronavirus en esta población han aumentado de forma vertiginosa en la última semana.
Trump ha participado en esta reunión días después de que el candidato demócrata a la presidencia, Joe Biden, sostuviera un encuentro electoral con la comunidad puertorriqueña en Florida. Según una encuesta de Reuters, Biden obtendría el doble de los votos latinos frente a Trump, y esto ha obligado al presidente a moverse rápidamente para restarle apoyo a la candidatura de Biden.
En el contexto de esa reunión, Trump afirmó que tiene al gobierno de Nicolás Maduro “rodeado”. “Le tenemos rodeado a un nivel que nadie conoce, pero ellos sí lo saben”, precisó Trump. A modo de amenaza afirmó que “Algo pasará (en Venezuela), porque no vamos a aguantarlo”, sin ofrecer mayores detalles.
Esta declaración que preanuncia una nueva agresión contra la República Bolivariana ocurre días después de que fuese desmantelada la Operación Gedeón, a cargo de Juan Guaidó y de la firma de mercenarios estadounidense Silvercorp.
Aunque la Administración Trump negó en su momento cualquier vinculación con la fallida incursión marítima contra el país, estas declaraciones dejan ver que la apuesta por una acción de fuerza en el campo militar sigue estando sobre la mesa.
El jefe de la Casa Blanca y los halcones que lo rodean han insistido en que “todas las opciones están sobre la mesa”, pero a medida que ha avanzado el tiempo “todas esas opciones” se han venido reduciendo a una: la guerra tercerizada y por delegación.
El anuncio de que “Algo pasará (en Venezuela), porque no vamos a aguantarlo” solo indica el camino de una nueva agresión, y podría tener que ver con el trayecto de cinco buques iraníes cargados de gasolina con dirección a Venezuela en estos momentos.
Washington ha elevado la tensión al máximo anunciando represalias por el envío de estos buques que ayudarán a aliviar la escasez de gasolina en Venezuela generada por el bloqueo estadounidense y el sabotaje a la industria petrolera nacional, contribuyendo al transporte de pacientes de Covid-19, alimentos, medicinas y otros bienes básicos a lo interno del país en medio de la pandemia.
Al amenazar con represalias, EEUU ha quedado expuesto como el actor responsable del deterioro de la vida social y económica del país.
La República Islámica de Irán también ha respondido, aclarando que tomaría medidas categóricas si Estados Unidos pone en peligro los buques.
Por su parte, el ministro de Defensa de Venezuela, general Vladimir Padrino López, anunció que las aeronaves y buques de la FANB custodiarán los tanqueros para que arriben seguros a Venezuela.
Washington ha ofrecido una recompensa de 15 millones de dólares por la cabeza de Maduro en un acto de guerra que violenta la Carta de Naciones Unidas. A esa amenaza directa contra la vida del jefe de Estado, se suma el uso de Colombia como país proxy de la intervención y los intentos de seducir a militares venezolanos para que derroquen a Maduro.
Trump aprovechó el encuentro con una mínima fracción de la comunidad latina para proyectar este nuevo mensaje amenazante.
Considera que una acción de fuerza contra Venezuela, pero también contra Irán a raíz del envío de buques cargados con gasolina, le permitirá anotarse un gol geopolítico y electoral, atrayendo a los votantes latinos y al mismo tiempo a los evangélicos sionistas que exigen una confrontación con Irán, apalancando a lo interno de Estados Unidos las ambiciones regionales de Israel a través de sus referentes políticos Mike Pompeo y Mike Pence.
A medida que aumentan las amenazas, lo hacen también las probabilidades de que Washington intente una maniobra de intimidación contra los buques iraníes o que esté preparando una acción quirúrgica para atacar a la alta dirigencia del país.
La Casa Blanca está necesitada de un golpe de efecto que le permita sacudirse el fracaso de la Operación Gedeón, por lo que es probable que nuevamente estén afilando los cuchillos para una acción armada o una operación de bandera falsa (¿algún “atentado” contra Guaidó?).
El envío de buques iraníes es visto como un desafío a la renovada Doctrina Monroe estadounidense y al despliegue aeronaval del Comando Sur. Reclaman el Mar Caribe y el Atlántico oriental como su “lago interno”, donde solo pasan los buques autorizados por ellos.
De un zarpazo, EEUU está disolviendo el derecho marítimo internacional, la libertad de comercio y la soberanía de los países sobre sus aguas territoriales. Por estas razones es que las maniobras contra Venezuela definen a escala macro la política exterior de Washington hacia todo el continente.
Luego de perder el debate del día de ayer en el Consejo de Seguridad de la ONU tras una reunión convocada por Rusia para tratar el tema de la incursión fallida, Trump ha respondido marcando una posición agresiva y confrontativa, abriendo nuevamente la posibilidad de un golpe sanguinario, acorde a la historia de la intervención estadounidense en el continente latinoamericano.
Previo a la Operación Gedeón, Mike Pompeo afirmó que “Maduro debe irse”. El halcón Elliott Abrams, también dijo que si Maduro no renunciaba su salida del poder igualmente ocurriría pero de una forma más “brusca” y “peligrosa”.
Ahora Trump advierte que tiene a Maduro “rodeado”.
Todos los caminos apuntan al intento perpetuo del magnicidio.