Estados Unidos ha utilizado la dependencia energética de Europa para ejercer un mayor control político sobre el continente. Este hecho se ha evidenciado con el inicio de la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania en febrero de 2022, pero incluso antes, con el golpe de Estado en 2014 en Ucrania, promovido por una revolución de color financiada por Estados Unidos que provocó el deterioro de las relaciones ruso-europeas y la disminución de las importaciones de gas desde la federación eslava hacia el viejo continente.
Actualmente, en virtud de las sanciones impuestas por Washington, Europa se ha quedado prácticamente sin gas barato, lo que ha obligado a sus países a someterse al gas natural licuado (GNL) estadounidense, mucho más costoso. Tal subyugación se profundizó con la voladura de la infraestructura energética conocida como Nordstream, la cual conectaba directamente Rusia y Europa, y era una de las principales fuentes de suministro de energía para el continente.
La semana pasada la Casa Blanca anunció la suspensión de nuevos permisos de exportación de gas natural licuado (GNL) debido a supuestas presiones del público ecologista, decisión que agudizó el estado de vulnerabilidad europeo. Esto, según analistas, no afectará las plantas que ya están operativas o en construcción, pero podría retrasar, o incluso descarrilar, algunos proyectos a gran escala que se esperan en el mercado para finales de la década y más allá.
Cómo EEUU está condenando a Europa al vasallaje eterno con la connivencia de su clase política y mediática:
1. Detecto una de sus debilidades: combustibles y energía
2. Organizo una guerra proxy con la potencia vecina, Rusia
3. Corto cualquier intercambio posible entre ambos… pic.twitter.com/ytc4u8hNPI— Helena Villar (@HelenaVillarRT) January 27, 2024
"El GNL estadounidense sigue siendo la piedra angular de la estrategia de diversificación del suministro de Europa", declaró a Bloomberg Leslie Palti-Guzman, responsable de estudios y análisis de mercado de SynMax.
La decisión de Biden envía una señal real "sobre la solidaridad y la fiabilidad de su suministro a mediano y largo plazo", añadió, lo cual es especialmente importante en un momento cuando los suministros de Rusia y otros transportistas podrían estar "sumidos en la imprevisibilidad".
La estabilidad de Caracas es la estabilidad de Bruselas
Casi la mitad del suministro de gas natural licuado (GNL) en Europa proviene de Estados Unidos. Con más razón, entonces, ante tal vulnerabilidad, Europa debe someterse a los intereses geopolíticos de su "socio" para garantizar el abastecimiento del combustible necesario para la calefacción, la electricidad y para su industria. En este contexto, Venezuela podría ser una solución para tal fragilidad y desprotección del sistema energético europeo.
Recientemente el primer ministro de Trinidad y Tobago, Keith Rowley, anunció que se iniciaron conversaciones con países europeos para el suministro de gas natural licuado (GNL) producido a partir de hidrocarburo venezolano. La licencia otorgada por el gobierno de Venezuela a Shell y la Compañía Nacional de Gas (NGC) de Trinidad y Tobago para el desarrollo conjunto de un campo de gas marino, cerca de la frontera entre ambos países, permitirá una producción inicial de 185 millones de pies cúbicos por día en Campo Dragón para 2026.
DE esta manera, Europa se encuentra en una encrucijada energética impulsada por EE.UU., por lo que podría encontrar estabilidad y seguridad en la industria venezolana. Sin embargo, esta oportunidad depende del levantamiento de las sanciones que permita la recuperación de las capacidades de producción del país bolivariano.
Es por ello que Europa debería reconsiderar su política de medidas coercitivas que, curiosamente, ha aplicado también contra Venezuela, siguiendo órdenes estadounidenses, y pensar cómo, a partir de relaciones de respeto, se pueda garantizar la seguridad energética del viejo continente.