Estados Unidos viene calentando los mares de Asia. Más allá de la visita de Nancy Pelosi a Taiwán y su apoyo a los separatistas, tiene una presencia militar desestabilizadora que podría devenir en una escalada de violencia armada. 

Recientemente, la Casa Blanca anunció una serie de medidas destinadas a defender un "Indo-Pacífico libre y abierto" luego de que China disparara al menos 11 misiles balísticos en los ejercicios militares que rodean Taiwán el jueves 4 de agosto en respuesta a la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes.

El coordinador de comunicaciones estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, calificó la reacción de China como "exagerada" y dijo a los periodistas que el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, ordenó al portaaviones USS Ronald Reagan y a los barcos de su grupo de ataque que permanezcan en las cercanías para "monitorear la situación". 

Asimismo, detalló que Washington también realizará "tránsitos aéreos y marítimos estándar" a través del Estrecho de Taiwán en las próximas semanas, al tiempo que prometió "más pasos" para demostrar su compromiso con los aliados de Estados Unidos.  

Por otra parte, para reducir las tensiones, Kirby anunció que Washington está posponiendo una prueba planeada desde hace mucho tiempo de un misil balístico intercontinental Minuteman III de la Fuerza Aérea.

Sin duda alguna, estas maniobras militares gringas agregan más tensión de la que ya había con la presencia de Pelosi. Incluso se podría decir que eso es más grave que la visita de la funcionaria.