La coordinadora del movimiento Vente Venezuela, María Corina Machado, pidió a sus seguidores que empezaran a utilizar una "nueva" estrategia de desestabilización para estimular la confrontación social y así intentar relanzar la operación de cambio de régimen en Venezuela. Esto en el marco de un clima de desgaste de las concentraciones callejeras dirigidas a mantener, en la agenda política y mediática, la narrativa de desconocimiento de los resultados electorales del pasado 28 de julio.
En la convocatoria de Machado, la expectativa de que hubiera detenciones permitía deducir, en las primeras de cambio, que la intención podría incluir actos violentos dentro de la táctica de "enjambre" (swarming en inglés).
Dicho método fue ampliamente divulgado como "novedoso" en redes sociales y medios de comunicación de perfil opositor. En su cuenta X Machado manifestó: "Este sábado 28 de septiembre, a 2 meses de nuestra apoteósica victoria, los comanditos se activan en enjambre en toda Venezuela".
Llegado el día la movilización fue exigua, aunque reseñada con el entusiasmo acostumbrado por el circuito de empresas informativas alineadas con la agenda golpista en el país.
El enjambramiento, una táctica no tan nueva, pero con nuevos recursos
La iniciativa de Machado se trata de una adaptación orientada a la "sociedad civil". En un capítulo del libro Desenmascarando el siglo XXI: entre las redes y el Estado (2022), dedicado al enjambre, los académicos del King's College London Nicholas Michelsen y Neville Bolt abordan el foquismo como una táctica de caos y enfrentamiento diseñada para derrocar gobiernos, apoyada en la configuración de redes de choque y la activación de grupos armados.
El swarming, por definición, es una táctica de guerra asimétrica que un estudio de la Corporación Rand definió en 2000 como "una forma estratégica, coordinada y aparentemente amorfa, pero deliberadamente estructurada, de realizar ataques militares desde todas las direcciones".
El fin último, según los autores de dicho estudio, Juan Arquilla y David Ronfeldt, es maximizar la saturación del objetivo y, por lo tanto, abrumar o rebasar sus defensas. En aquel tiempo afincaban su importancia en que podía surgir "como una doctrina definitiva que abarcará y animará tanto la ciberguerra como la guerra en red".
La idea central de asediar a un adversario desde todas las direcciones simultáneamente, con diversas modalidades de fuerza, es uno de los cuatro tipos de doctrina que ha existido desde hace mucho tiempo.
Los otros tipos de doctrina son el combate cuerpo a cuerpo caótico, la concentración de fuerza bruta y la maniobra ágil. A diferencia de las otras doctrinas, el enjambramiento depende completamente de comunicaciones rápidas y robustas.
Aunque los grandes ejércitos, como el de Estados Unidos, experimentaron derrotas ante planteamientos de este tipo en guerras como la de Vietnam o su incursión en Somalia, en los últimos 30 años han estudiado el enjambramiento de manera profunda. Además, han determinado que es una extensión lógica de la guerra centrada en redes, principalmente táctica, a veces operativa, pero rara vez estratégica.
Así lo describe otro documento publicado por RAND, en 2000, titulado "Enjambre en el campo de batalla: pasado, presente y futuro". Su autor, Sean J.A. Edwards, concluye que su implementación no es nueva; incluso en la naturaleza es desplegada por distintos organismos en el marco de los sistemas adaptativos complejos.
En las actividades callejeras se apoya en la mensajería de texto por teléfonos celulares y el intercambio instantáneo de archivos a través de internet, lo que permite que grupos de personas reciban instrucciones y se muevan al unísono, casi instantáneamente, sin planificación ni previsión. Estas tecnologías permiten fabricar la confrontación y la confusión sin un líder central.
Un precedente fueron los manifestantes en las reuniones de la Organización Mundial del Comercio en Seattle, en 1999, que pudieron orquestar su movimiento de manera efectiva mediante tácticas de enjambramiento, lo que luego decayó.
Edwards trata a fondo la técnica en torno a dicha práctica y a su posible aplicación a futuro; aborda casos de estudio históricos desde las guerras de los escitas contra los macedonios hasta las batallas en Mogadiscio (Somalia) descritas en la película La caída del halcón negro (2001) con el acostumbrado enfoque propagandístico marca Hollywood.
Además, analiza detalladamente los aspectos tácticos, logísticos, de mando y organización, llegando a los tecnológicos, involucrados en el enjambramiento, incluidas sus limitaciones y aspectos claves en escenarios de contrainsurgencia.
El texto confirma la vigencia de la táctica de enjambramiento, siempre y cuando haya un mayor conocimiento de la situación, fuego a distancia y capacidad de evasión u ocultamiento. También plantea la necesidad de resolver aspectos tecnológicos, ante lo cual la mensajería instantánea pudiera ser la respuesta en la actualidad.
En una ampliación de su investigación, publicada en 2005, Edwards identifica las cinco variables principales para la ejecución de un enjambre exitoso:
- Conciencia situacional superior.
- Elusividad.
- Capacidad de enfrentamiento.
- Cerco.
- Simultaneidad.
Además, trata las cinco variables como binarias —ausentes o presentes en un caso—, deriva 32 combinaciones posibles de las mismas y compone un "modelo" que predice que solo seis combinaciones conducen al éxito del enjambre.
En resumen, la táctica no es genuina de Estados Unidos, pero sí lo es el escalamiento de su estudio e implementación en función de los intereses de sus operaciones.
Variaciones sobre la misma guerra líquida
El documental Enjambre, de David Segarra, analiza las nuevas reglas de la guerra de cuarta generación mediante entrevistas y testimonios de distintos actores locales. Expone cómo se desarrollan y combinan operaciones militares de baja intensidad y operaciones psicológicas a través de los medios de comunicación y las ONG, principalmente.
El enjambramiento ha formado parte de un amplio debate teórico militar enmarcado en la llamada Revolución en los Asuntos Militares (RMA, por sus siglas en inglés) que surgió en la Unión Soviética y Estados Unidos entre los años 70 y 80 del siglo pasado.
En épocas más recientes, el debate ha basculado entre las "adaptaciones revolucionarias" que deben realizar las organizaciones militares para enfrentar los cambios tecnológicos y el contexto político-económico específico de la globalización y el fin de la Guerra Fría.
Esto último implica nociones como las de Edwards, basadas en el declive del Estado-nación, la naturaleza del orden internacional emergente y los diferentes tipos de fuerzas que se necesitarán en un futuro próximo.
En este sentido, en plena crisis del sistema civilizatorio capitalista, apoderarse del control de Venezuela y sus recursos energéticos y minerales constituye una clave estratégica para Estados Unidos, y toda táctica de guerra ha sido válida en función de ese objetivo.
Machado anunció que "el enjambre es una organización móvil, ágil, superdinámica, sin principio ni fin, líquida y adaptable, que aparece y desaparece, que actúa de forma descentralizada y se coordina por redes sociales. [...] Nuestra protesta ciudadana evoluciona para que tenga el menor riesgo para la gente y el máximo impacto en nuestro objetivo".
Este no tan nuevo intento busca acelerar las condiciones para la desarticulación del Estado, vía intervención "humanitaria", por lo que el lenguaje de Machado solo intenta aparentar novedad o variaciones sobre el mismo tema.
intentos de Saturación y proyección mediática: ¿Repitiendo el fracaso?
La implementación del enjambramiento en Venezuela, en apariencia, aspira a ser una fase avanzada de las denominadas "guarimbas", más localizadas y menos masivas.
En 2015 sectores violentos con experiencia militar buscaron crear focos virulentos en las colas provocadas por el boicot empresarial y el desabastecimiento, pivoteados a través de la proyección mediática encargada de construir una imagen generalizada de conflicto.
Se trata de una táctica que va dejando atrás la lógica "cívica" de las manifestaciones de calle para pisar el terreno del enfrentamiento armado, en el que la confusión y el relato de los derechos humanos servirían como componente limitante para las autoridades al enfrentar eventuales acciones violentas implementadas por supuestos manifestantes pacíficos.
En aquella ocasión, en el contexto de desestabilización del año 2014, el intento de uso de prácticas de enjambramiento terminó en fracaso, como es usual. La operación fue develada a partir de conversaciones telefónicas entre el teniente coronel (R) José de Jesús Gámez Bustamante con el exvicealmirante Iván Carratú Molina y otra con el "estudiante" Franklin Hernández.
Gámez, egresado de la Escuela de las Américas, estuvo detenido desde julio de 2012, incurso en un plan de magnicidio contra el entonces presidente Hugo Chávez y tenía casa por cárcel. Fue nuevamente encarcelado porque "estaba detrás de la planificación de saqueos", según declaró el presidente Maduro en enero de 2015.
En la conversación, el exmilitar planteaba que los estudiantes se "ligarían entre las colas para no parecer estudiantado" y no levantar sospechas. Agregaba que "eso va a generar que la Guardia Nacional ya no va a reprimir a grupitos de estudiantes que ellos dicen que son dirigidos por la oposición oligarca, sino que van a caerle a coñazos al mismo pueblo, a la gente que hace cola. Esa es una de las estrategias que tenemos".
Más frases que evidenciaron la operación de saturación y proyección mediática planificada:
- "Es lo mejor, no es lo mismo un estudiante preso que una viejita, que le claven un perdigonazo. Esto lo tenemos que hacer sin miramientos, sin esa maricada".
- "Lo de hablar de paz es para hacerle ver al mundo que somos pacíficos, pero tenemos que descoñetar lo que venga".
"Ahora irán a decir que es un preso político, pero estaban orquestando destruir Mercal, Pdval y Bicentenarios", dijo el primer mandatario al referir el plan de ataque a centros de distribución de alimentos.
Dichos centros eran vitales para combatir la desestabilización que, entre 2011 y 2019, tuvo como eje principal la creación de condiciones de inseguridad alimentaria en el país.
Esto reveló un mayor grado de sofisticación en la táctica desestabilizadora, así como los —ya no tan nuevos— mecanismos de guerra postmoderna que se han empleado contra Venezuela.
El hecho de que Machado incluya un término militar como el enjambre en su planteamiento táctico denota la consolidación de una estrategia amparada en el uso de la fuerza, que comenzó con las acciones armadas del pasado 29 de julio.
No sería extraño el componente criminal en dicha estrategia, dada la participación de bandas del crimen organizado durante la escalada violenta postelectoral.