Tras su ejercicio de gobierno Rafael Correa fue espiado por una empresa de seguridad contratada por el Servicio de Protección de la Presidencia de Ecuador por mandato de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés).

Se trata de UC Global, SL, empresa española contratada para un servicio de escoltas al expresidente ecuatoriano. En 2018 habría espiado las conversaciones de Correa con Cristina Fernández de Kirchner, Luiz Inácio Lula da Silva, Dilma Rousseff y José "Pepe" Mujica.

La compañía pertenecía al exmilitar David Morales, y ya había trabajado durante el gobierno de Correa (2007-2017) para proteger la embajada ecuatoriana en Londres.

Las pruebas del espionaje surgieron de la revisión del contenido de la computadora portátil de Morales —quien está siendo investigado por diversos delitos—, ordenada por el juez Santiago Pedraz, de la Audiencia Nacional española. El nombre de la CIA aparece registrado varias veces en un disco duro externo en el que Morales archivaba información sobre las operaciones de su empresa, requisado junto con la computadora.

Según la data, el de UC Global ordenó a sus empleados que espiaran las reuniones de Julian Assange en la embajada ecuatoria en Londres con sus abogados, y también reuniones de Correa, tanto durante su mandato como luego de haberlo cumplido, a fin de informar a su sucesor Lenín Moreno.

El País lo publicó como una primicia luego de la obtención de las pruebas, y así está siendo reseñado por la mediática mainstream y no tan mainstream. Sin embargo, el periodista estadounidense Max Blumenthal, fundador de The Grayzone, publicó en mayo de 2020 un trabajo investigativo en el que pone al descubierto la trama de espionaje sobre Assange y Correa y profundiza los lazos estadounidenses con la compañía de Morales, que confirman el nexo con la CIA.

Ello demuestra el sesgo informativo y de confirmación existente en torno a medios y periodistas con agenda independiente a los intereses corporativos de la mediática internacional, pues la repercusión de lo reportado por Blumenthal y The Grayzone fue inexistente, en un momento en que aumentaban las filtraciones acerca de los programas de espionaje de Estados Unidos sobre diferentes gobernantes en distintas latitudes, incluida la excanciller alemana Angela Merkel y otros supuestos socios europeos.