Recientemente en esta tribuna nos referimos a un estudio que revelaba que Estados Unidos desde su fundación, en 1776, había llevado a cabo cerca de cerca de 400 intervenciones militares. En esa investigación también se señala que las intervenciones militares estadounidenses se dirigen "cada vez más" a Oriente Medio y África, lo que representa más de una cuarta parte de las campañas del país a lo largo de su historia. 

"El impacto acumulativo de lo que descubrimos a partir de nuestro esfuerzo de recopilación de datos fue realmente sorprendente", dijo Sidita Kushi, profesora asistente en la Universidad Estatal de Bridgewater en Massachusetts, y una de las autoras del estudio titulado Introducing the Military Intervention Project: A New Dataset on US Military Interventions, 1776–2019, donde se revela también que la era posterior al 11 de septiembre de 2001 resultó en "niveles de hostilidad más altos", y las aventuras militares de Estados Unidos se volvieron comunes. 

Paradójicamente, las intervenciones militares de Estados Unidos después de la desaparición de la Unión Soviética fueron más frecuentes, aún cuando no hubiera un conflicto de intereses con otra potencia que amenazara su hegemonía. 

Desde el 11S, con la excusa de la guerra contra el terrorismo, Washington ha usado la fuerza militar para "resolver sus problemas", dijo Monica Duffy Toft, profesora de política internacional en Massachusetts. Y es que ya sus intervención no son para resolver "conflictos", sino abiertamente para controlar territorios. 

Pese a la crisis interna, Estados Unidos sigue invirtiendo miles de millones de dólares para alimentar el metabolismo de la guerra que lo ha sostenido cómo imperio hasta el momento. Actualmente siguen ampliando su presencia militar en África, Asia y Europa.