Un informe de Greenpeace titulado "Explotación de la guerra en Ucrania para la expansión del GNL" revela cómo el conflicto en ese país ha servido para que las empresas de gas pongan en práctica "doctrinas del shock". La organización hace un llamado a los legisladores tanto en EE.UU. como en la UE para que dejen de expandir la infraestructura de GNL antes de que sea "demasiado tarde".
El grupo ambientalista señala que la industria del gas se aprovechó de la operación militar rusa para obligar a Europa a establecer nuevas dinámicas: "Nuestra investigación expone la verdad detrás del impulso corporativo y político para importar más gas fósil de Estados Unidos a los países europeos: La conclusión es que el gas fósil solo beneficia a la industria, es sucio, tóxico, no se necesita ni se desea", dijo Anusha Narayanan, directora de la campaña climática de Greenpeace USA.
Tras la operación militar Estados Unidos se apresuró a llenar el vacío dejado por Rusia, que hasta ese momento suministraba 40% del gas a Europa. Las empresas estadounidenses registraron un aumento vertiginoso de las importaciones de la UE en 140% en 2022, lo que convierte al bloque en el principal importador mundial de gas estadounidense.
El plan en marcha de la UE es crear una infraestructura de gas. Hasta el momento se empezaron a construir ocho terminales de gas licuado pero se proponen unas 38 más. Con ello Estados Unidos duplicaría la capacidad de exportación a 439 mil millones de metros cúbicos por año.
Por otra parte refieren que muchos de los contratos de gas tienen una duración de 10 a 15 años, y la mayoría de los proyectos ni siquiera comenzarán a funcionar hasta 2026, demasiado tarde para satisfacer la necesidad inicial.
Según la estimación de Greenpeace, la nueva infraestructura europea emitiría 950 millones de toneladas de CO2-eq por año, mientras que las terminales de exportación de Estados Unidos, incluidas las que están en funcionamiento, en construcción y aprobadas para la construcción, emitirían 1 mil 824 millones de toneladas de CO2-eq por año. En conjunto, eso es el equivalente anual de agregar 604 millones de autos nuevos a las carreteras.
De esa manera las empresas usaron las noticias de la guerra para promover el miedo y sacar ganancias de la coyuntura. Con el impacto bélico no serían cuestionados sus negocios y todo sería "justo" en tiempos de emergencia. El mensaje de la industria pasó de "transición energética" a la "seguridad energética".