Esa realidad distópica en la que los avances tecnológicos llegaban a un punto cuando los robots dominan el mundo ya se proyecta más como un hecho que como ciencia-ficción. Y es que las grandes empresas tecnológicas ya están experimentando con la fusión entre cerebros humanos y computadoras, lo que podría cambiar las dinámicas y los formatos de las guerras futuras.

En los experimentos de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (Darpa) usan una interfaz cerebro-computadora que permite el pilotaje telepático de drones. Pero también están conjugando la inteligencia artificial y la biología sintética para crear ciborgs que serán los supersoldados del futuro.

Si todo sale como se espera, pese a algunas contradicciones y barreras éticas por superar, tendremos personas que no se cansarán, serán más inteligentes, se moverán más rápido, saltarán más alto, verán más lejos y oirán mejor, golpearán más fuerte, vivirán más tiempo y se adaptarán a cualquier condición.

Sin embargo, en esa línea difusa que nos hace cuestionarnos dónde termina lo humano y dónde empieza la máquina, también surgen otras dudas. ¿Qué harán esos soldados y sujetos mejorados cuando sus servicios hayan terminado?, se pregunta The Sociable.

Resulta difícil proyectar una vida, si cabe el término en el caso de estos ciborgs, sin esos elementos puramente biológicos y humanos como el envejecimiento, incluso el miedo a la muerte. ¿Qué ventaja tendría una persona con esas habilidades en una realidad cuya dinámica es la de ser discontinuos?