Jue. 03 Octubre 2024 Actualizado 5:10 pm

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Una economía globalizada y desregulada que favorece la concentración extrema de los recursos en manos de las Big Tech (Foto: The New York Times)
Ascenso y dominio de las Big Tech en política y economía

Venezuela en la mira del imperialismo tecnológico

En agosto, el presidente reelecto de Venezuela, Nicolás Maduro, firmó un decreto que bloquea el acceso a la plataforma de redes sociales X, anteriormente Twitter, durante diez días. Acusó a su propietario, el magnate Elon Musk: "Ha violado las normas incitando al odio, al fascismo, a la guerra civil, a la muerte, al enfrentamiento de los venezolanos y ha violado todas las leyes venezolanas", afirmó.

Musk, quien además es dueño de la red de banda ancha satelital Starlink, expresó su apoyo a parte de la oposición venezolana y endilgó insultos al primer mandatario, lo que es una muestra de la determinación de las nuevas élites globales en incidir a favor de un cambio de régimen en el país.

Esta acción fue acompañada de otras instrumentadas por distintas plataformas tecnológicas como Apple, Google y Meta.

Dichas élites, concentradas en las empresas tecnológicas más grandes (Big Tech), han conformado un bloque de poder que busca regir en la política mundial mediante nuevos métodos, pero antiguas estrategias, basados en la imposición del poder económico por encima de los valores democráticos que afirman defender.

Siete corporaciones tecnológicas están en la lista de las diez principales empresas del mundo, clasificadas por capitalización de mercado.

Apple Inc., Microsoft Corporation, Amazon, Alphabet (Google) y Facebook (Meta) están acompañadas por la corporación Nvidia, uno de los mayores desarrolladores de procesadores gráficos y conjuntos de chips, y Tesla —también propiedad de Musk—, que fabrica y vende tanto automóviles eléctricos como sistemas de almacenamiento de energía y fotovoltaicos.

La capitalización de mercado de las Big Tech supera los 10 billones de dólares, por encima de los valores sumados del Producto Interno Bruto (PIB) de Alemania, Reino Unido y Francia. Esto es solo una muestra de su ascenso y dominio.

Ascenso y dominio en el paraíso de la desregulación neoliberal

Las Big Tech han incrementado su hegemonía en la economía global. Hace 16 años, solo dos de las diez empresas más potentes del mundo eran tecnológicas: Microsoft y Vodafone. En la actualidad, poco más de 30 de las 100 empresas más grandes del mundo están dedicadas a la cadena tecnológica: esto incluye semiconductores, software, telecomunicaciones, entre otras actividades.

Su crecimiento ha sido exponencial en menos de 50 años debido a que sus productos y servicios tienden a dominar todas las áreas económicas y demás actividades globales. Desde la implementación de softwares y hardware en los distintos ámbitos de la vida cotidiana, hasta servicios especializados en áreas como defensa, salud y finanzas.

Como en muchos ámbitos de la vida actual, la diversidad ha sido la gran afectada. Así como la propiedad de los sistemas alimentarios o los medios de comunicación ha sido concentrada en pocas manos, la lista de las grandes corporaciones, según su capitalización bursátil, ha sufrido un cambio de correlación.

Entre 2005 y 2021 este catálogo mutó de una diversificación que incluía fabricantes como General Electric, bancos como Citigroup o comercializadoras como Walmart, a la llamada Gafam (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft), sumada a empresas chinas como Tencent.

Las Big Oil como Exxon Mobil, BP y Royal Dutch Shell fueron desplazadas de la parte superior del índice bursátil Nasdaq, también las Big Media como Disney, AT&T y Comcast en un factor de 10.

  • El caldo de cultivo: una economía globalizada y desregulada que favorece la concentración extrema de los recursos.
  • El método: estrategias de actores que persiguen constantemente el establecimiento y salvaguarda de posiciones monopólicas.

Un reporte del Washington Post, publicado en septiembre de 2023, describe a detalle su patrón de crecimiento: primero, se volvieron dominantes en sus negocios originales, luego desarrollaron tentáculos y realizaron adquisiciones en nuevos sectores para agregar flujos de ingresos y flanquear a los competidores.

Nikos Smyrnaios, de la Universidad de Toulouse, destaca cuatro características claves en el surgimiento de Gafam: la teoría de la convergencia de medios y tecnologías de la información, financiarización, desregulación económica y globalización.

Concentración en datos

El dominio de las Big Tech en los mercados tiene manifestaciones claras:

  • Amazon domina el comercio electrónico con 50% de todas las ventas en línea; influye en tecnologías de computación en la nube con casi 32% de participación de mercado, y en transmisión en vivo con Twitch con 75,6%.
  • Apple vende teléfonos inteligentes de alta gama y otros dispositivos de electrónica de consumo. Comparte un duopolio con Google en el campo de los sistemas operativos móviles: 99% de la cuota de mercado les pertenece.
  • Meta, que también es propietaria de Instagram y WhatsApp, tiene 3 mil 500 millones de usuarios en sus redes. Influyen en la opinión pública al punto que alrededor de 50% del gasto mundial en publicidad online se realiza a través de Meta o Alphabet.
  • Google domina la cuota de mercado de los motores de búsqueda, con una media de 86-96% en todo el mundo.
  • Microsoft domina la cuota de mercado de los sistemas operativos de escritorio (Microsoft Windows) y el software de productividad de oficina (Microsoft Office) con aproximadamente 80%.

Hacia la apropiación del poder político

La influencia de estas grandes corporaciones en la cotidianidad ciudadana es un tema que ha comenzado a preocupar a los mismos actores sociales estadounidenses. Son conocidas las maniobras que, ya no tras bastidores, han desarrollado en procesos electorales y otras coyunturas políticas.

Las campañas de Barack Obama fueron las primeras en aprovechar con gran ventaja la microfocalización que hace un uso intensivo de los datos, luego los expertos en datos prestaron sus destrezas a Donald Trump y a la campaña del Brexit.

La connotación del uso de estas estrategias de aprovechamiento de datos no siempre fue negativa, en su momento los medios halagaban al entonces presidente demócrata por "su poderoso atractivo tecnodemográfico".

Un caso icónico fue la intervención de la empresa Cambridge Analytica en los eventos electorales mencionados, pero también durante las campañas comiciales en Italia, República Checa, India, Kenia, Malasia, Nigeria, México y Brasil. Se han hecho evidentes las pruebas del uso de las plataformas digitales para el control sociopolítico, y hasta militar.

Aunque estos métodos son novedosos, la estrategia no lo es tanto. La influencia encubierta es algo usual en la sociedad estadounidense, es común el uso de técnicas de publicidad y marketing manipuladoras y psicológicamente impulsadas para vender productos, estilos de vida e ideas. Así funciona desde que el autoproclamado inventor de las relaciones públicas, Edward Bernays, publicara su libro Cristalizando la opinión pública en 1923.

Una encuesta privada, realizada en 2023 para la Comisión del Futuro de la Tecnología, reveló que 80% de los votantes estadounidenses coincide en que el gobierno "debe hacer todo lo posible para frenar la influencia de las grandes empresas tecnológicas que se han vuelto demasiado poderosas y ahora usan nuestros datos para meterse demasiado en nuestras vidas".

84% de los votantes afirmó que estaban "muy nerviosos" por los efectos de las redes sociales en los niños.

Venezuela en la mira del poder tecnocrático

La articulación de magnates de las Big Tech contra los resultados de las elecciones del pasado 28 de julio en Venezuela es una muestra de cómo el dominio económico de estas corporaciones no es un punto de llegada sino parte de una trayectoria hacia la hegemonía política.

En los días siguientes a los comicios, se evidenció dicha asociación. Algunos ejemplos:

  • Además de los insultos proferidos por Musk y la republicación de videos falsos sobre supuestas manifestaciones en su contra, la plataforma X retiró la etiqueta de verificación gris a la cuenta del presidente Maduro, por lo que ya no es considerada una cuenta gubernamental.
  • Meta, propietaria de Facebook e Instagram, también retiró el distintivo de verificación a Maduro, señal que otorga credibilidad y autenticidad a las cuentas de figuras públicas y organizaciones.
  • El mandatario denunció que en los días previos a los comicios, pero más en los posteriores, se evidenciaron mensajes amenazantes contra dirigentes de base del chavismo, vía WhatsApp, desde dispositivos registrados en el extranjero.
  • Apple y Google eliminaron la aplicación VenApp de sus tiendas de aplicaciones; la plataforma es utilizada por los venezolanos para reportar problemas relacionados con servicios públicos y salud. El gobierno venezolano había activado una sección especial en la app para la denuncia de "actos fascistas y vandálicos" relacionados con la escalada de violencia postelectoral, desatada por un sector de la oposición.
  • La red social TikTok, la sexta más popular detrás de Facebook, YouTube, WhatsApp, Instagram y WeChat, permitió la transmisión de actos vandálicos durante la escalada postelectoral. Sin embargo, suspendió la cuenta de Maduro durante una alocución en vivo, luego de haber mostrado una exposición del fiscal general, Tarek William Saab, sobre la violencia desatada.

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La arremetida del magnate Elon Musk contra el presidente venezolano es una muestra de la injerencia de las élites tecnológicas en los procesos sociopolíticos nacionales (Foto: Última Hora)

Se trata de actores que participan en favor o contra determinados sistemas políticos sin la validación de proceso sociopolítico o electoral alguno, sino mediante la pretendida legitimidad que les otorga el "poder tecnocrático".

Esta dimensión de poder se ha conformado "en el contexto de las estructuras sociales cambiantes que han promovido la tecnología como una solución a los desafíos sociales, económicos, políticos y ambientales más amplios", dice una investigación reciente de la Universidad Nacional de Singapur.

Se trata de una capacidad para ejercer control sobre la ciudadanía mediante la vigilancia, la censura y la manipulación con base en la creencia colectiva de que las tecnologías son democráticas y apoyan la autonomía del individuo.

Musk es un ejemplo de instrumentación del poder tecnocrático. Su posición activamente parcializada ante las dinámicas sociopolíticas, sean de Estados Unidos o Reino Unido, o de Bolivia, de Brasil o de Venezuela, abre interrogantes respecto a la relación entre los mercados, el conocimiento y la democracia.

El modelaje conductual a través de las plataformas digitales no solo impacta sobre lo que las personas deciden comprar sino sobre el imaginario sociocultural, y a su vez político, de la ciudadanía. Es así como, a través de sus algoritmos, han logrado difundir una narrativa de "fraude" durante la nueva arremetida opositora contra el Estado venezolano y sus instituciones.

Las redes sociales, y la misma Inteligencia Artificial, forman parte de la infraestructura mediante la cual los multimillonarios ejercen su poder, manipulan su imagen y persiguen sus objetivos políticos a gran escala.

El rol de los gobiernos frente a las Big Tech y sus nuevas escalas de poder han sido tema de debate en distintos escenarios multilaterales y nacionales.

Las libertades, tanto de expresión como de empresas, centralizan un relato bajo el cual se acusa de "dictadura" a cualquier Estado que busque regular el impacto de estas empresas en la privacidad, la seguridad nacional y los sistemas jurídicos.

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El poder tecnocrático se basa en la creencia colectiva de que las tecnologías son democráticas y apoyan la autonomía del individuo (Foto: Archivo)

Precisamente, a raíz de la encuesta realizada por la Comisión del Futuro de la Tecnología, su copresidente y exgobernador demócrata de Massachusetts, Deval Patrick, afirmó que el instrumento de medición de opinión muestra que "la industria tecnológica tiene que operar dentro de los límites, y la única entidad que puede obligarla es el gobierno federal".

La deriva del poder transnacional global tiene como expresión total y totalitaria las Big Tech: fungen como mediadoras y explotadoras de los recursos y procederes de otros actores sociales. Los elementos de su trayectoria, presentados previamente, denotan la necesidad de replantear sus relaciones con los Estados y la ciudadanía.

Sus acciones abarcan, de manera multidimensional, el desarrollo de la política y la economía mundial, por ende, los procesos socioculturales en un alcance global. Desde el capitalismo de la vigilancia hasta la injerencia directa en la diatriba política interna, impactan en el devenir histórico de las naciones y aceleran el control hegemónico de la plutocracia emergente.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<