Sáb. 15 Febrero 2025 Actualizado ayer a las 5:50 pm

Donald Trump retoma la agenda de "máxima presión" contra Irán

Donald Trump retoma la agenda de "máxima presión" contra Irán (Foto: Bloomberg)
Guerra económica y la negociación forzada

"Máxima presión" contra Irán: ¿amenaza real o maniobra de negociación?

La administración Trump ha retomado su estrategia de "máxima presión" sobre Irán en la búsqueda de forzar no solo la renegociación del acuerdo nuclear sino también de restringir su margen de maniobra en la región, con el claro objetivo de socavar su influencia geopolítica en Asia Occidental.

Esto quedó establecido el pasado 4 de febrero cuando el presidente estadounidense firmó un "Memorando Presidencial de Seguridad Nacional"con el cual ordenó al Secretario del Tesoro intensificar las medidas económicas punitivas para asfixiar la economía del mencionado país.

A pesar de la dureza de la decisión, Trump expresó su pesar al rubricar el memorando y señaló: "Estoy dividido sobre este tema. Todo el mundo quiere que lo firme. Lo haré. Es muy duro para Irán". Durante la ceremonia agregó que esperaba que el documento "casi no tenga que usarse".

Esto añade matices a la postura del republicano porque muestra que, a pesar de que adopta una línea dura, deja abierta la posibilidad de moderación o de negociación en el futuro.

El cerco económico

Desde el retiro de Estados Unidos del acuerdo nuclear en 2018, Washington ha intentado erosionar la capacidad de maniobra de Teherán mediante sanciones cada vez más agresivas. Ahora, el instrumento aputala tal estrategia con tres ejes claves: impedir el desarrollo de capacidades nucleares y balísticas, neutralizar su incidencia regional y asfixiar su economía a través del Departamento del Tesoro.

En la práctica esto podría traducirse en la eliminación de exenciones existentes, en la persecución de actores económicos y en una presión diplomática dirigida a reactivar restricciones internacionales. Incluso, concesiones anteriores como las otorgadas para el desarrollo del puerto de Chabahar están bajo revisión y, probablemente, sean revocadas.

El énfasis en "reducir a cero" las exportaciones petroleras del país impacta tanto directamente sobre su economía como también introduce una fuente de tensión en los mercados energéticos globales. Estados como China, India y Türkiye, que han mantenido relaciones comerciales con la República Islámica a pesar de estas medidas, se verán obligados a maniobrar en medio de las presiones. 

Además, la orden presidencial profundiza la ofensiva contra las redes financieras y logísticas iraníes en territorio estadounidense, en un intento de justificar, bajo el pretexto de la seguridad nacional, una política de hostigamiento sostenido: "El Fiscal General emprenderá todas las medidas legales disponibles para investigar, desbaratar y procesar las redes financieras y logísticas, así como a los agentes o grupos fachada dentro de Estados Unidos que estén patrocinados por Irán o por un representante terrorista de esa nación".

La medida se inscribe dentro de la estrategia electoral de Trump, quien instrumentaliza la retórica antiiraní para afianzar el apoyo de sectores ultraconservadores y del lobby proisraelí.

El lenguaje del documento refleja la intransigencia de la administración Trump, que descarta explícitamente cualquier negociación bajo los términos actuales. Al proclamar el fin de la "tolerancia" hacia Irán y enfatizar que nunca podrá desarrollar un arma nuclear, la Casa Blanca pretende proyectar una imagen de fuerza.

Sin embargo, un análisis más detenido de las acciones tomadas en menos de un mes de gobierno sugiere que esta dureza inicial no es solo retórica sino una continuación de la estrategia de "máxima presión" implementada en el primer mandato. Más allá de las declaraciones altisonantes de Mike Pompeo en su momento, esta política buscaba forzar a Teherán a sentarse en la mesa de negociaciones en condiciones favorables para Washington.

Un ejemplo de este enfoque puede verse en la relación con México, pues Trump impuso aranceles como medida de presión pero poco después conversó con la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, lo cual llevó a una pausa en las restricciones y abrió espacios para la negociación.

Esta táctica indica que, pese al discurso inflexible, el gobierno estadounidense sabe muy bien que debe preparar el terreno para una futura negociación con Irán, una vez que haya consolidado una posición de fuerza.

El presidente de esta nación, Masoud Pezeshkian, expresó que mientras Trump busca "poner de rodillas" a Irán con su "máxima presión", cualquier intento de diálogo parece ser solo una fachada ya que Estados Unidos sigue alimentando las tensiones mediante acciones concretas como las sanciones. Por su parte, el mandatario sigue destacando que no se someterá a las presiones externas y mantiene su rechazo a la política de intervención estadounidense. 

Por otro lado, "esto es un paso en el agua, pero no porque Trump necesariamente quiera andar con cuidado", dijo Tom Keatinge, director del Centro de Finanzas y Seguridad del Royal United Services Institute (RUSI) en Londres. "Esta es una manera de enviar un mensaje y poner sobre aviso a todos los involucrados en el movimiento del petróleo iraní". 

No obstante, dicha estrategia también conlleva riesgos para su propia agenda. Si la nación persa enfrenta un cerco cada vez más agresivo, en adelante podría optar por fortalecer aun más sus lazos con potencias como China y Rusia, ampliar sus mecanismos de comercio para evadir sanciones y redoblar su influencia en conflictos regionales, lo que terminaría desafiando con más peso los intereses estadounidenses en la región. De hecho, según registros, Irán transportó 587 millones de barriles de petróleo en 2024, 91% de los cuales se destinó a China.

En definitiva, esta acción ejecutiva marca un recrudecimiento de la confrontación entre Estados Unidos e Irán, con implicaciones que van más allá de lo bilateral. La presión económica extrema tendrá efectos desestabilizadores en la región, pulso geopolítico que apenas empieza.

AGRESIVIDAD Y NEGOCIACIÓN

El primer paquete de sanciones implementado en este nuevo mandato ha generado dudas sobre la seriedad y el impacto real de la política de "máxima presión".

La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, según siglas en ingles) anunció medidas contra un grupo reducido de barcos involucrados en el comercio de petróleo iraní, entre ellos el CH Billion, un Aframax de 21 años de antigüedad, y otros dos buques, el Gioiosa y el Star Forest.

Esta decisión también alcanza a varias entidades e individuos vinculados con la exportación de crudo del país persa hacia China. La OFAC explicó que esta nueva arremetida sancionatoria se centra sobre buques que operan en aguas internacionales frente a las costas de Singapur, desde donde transportan petróleo iraní a China.

Ahora bien, analistas del sector energético consideran que este paquete de sanciones no constituye una verdadera campaña de "máxima presión" sino una acción limitada con un impacto marginal en el mercado petrolero.

Inicialmente, los mercados reaccionaron con incertidumbre ante la posibilidad de interrupciones en la cadena de suministro. No obstante, el panorama se moderó cuando, tras la agresiva acción ejecutiva, Trump expresó su disposición a negociar un nuevo acuerdo nuclear con Irán que permitiría al país "crecer y prosperar pacíficamente".

Asimismo, en su red social publicó: "Los informes de que Estados Unidos, trabajando en conjunto con Israel, va a hacer volar a Irán en pedazos SON MUY EXAGERADOS".

Esta suavización del discurso sugiere que, aunque Trump mantiene una retórica agresiva, también podría estar explorando vías alternativas de negociación con Teherán.

En resumen, la estrategia parece orientada a debilitar mientras deja entreabierta la puerta al diálogo, en un juego de presión y cálculo político.

¿Negociación posible?

Para que Irán considere un diálogo con Washington sería imprescindible que existan beneficios concretos y garantías de cumplimiento. La retirada unilateral de Estados Unidos del acuerdo nuclear en 2018 destruyó la confianza en cualquier compromiso a largo plazo. En respuesta, Teherán ha insistido en que cualquier nuevo tratado debe incluir salvaguardas que impidan que la política estadounidense siga imponiendo condiciones arbitrarias.

Frente a eso, el ayatolá Ali Jamenei, líder supremo de Irán, recordó que "los estadounidenses no cumplieron su parte. Esta es una experiencia de la que debemos aprender. Negociamos, hicimos concesiones, transigimos, pero no logramos los resultados que buscábamos. Y a pesar de todos sus defectos, la otra parte finalmente violó y destruyó el acuerdo".

Expertos del sector energético subrayan que, para afectar significativamente las exportaciones petroleras del país asiático, Washington tendría que alargar su red de restricciones y sancionar más entidades vinculadas.

"Para reducir las exportaciones petroleras de Irán hay que ampliar la red y sancionar más entidades involucradas en ese comercio", señaló Matthew Reed, vicepresidente de Foreign Reports.

Nader Itayim, de Argus Media, considera que estas sanciones podrían disuadir a "los compradores chinos más cautelosos", aunque su efecto en la disminución del suministro de crudo sería limitado. Para lograr una reducción más significativa en las exportaciones, señala, sería necesario intensificar la presión sobre los puertos chinos, así como sobre los compradores, intermediarios e, incluso, las entidades bancarias del país.

Irán ha demostrado su capacidad para sobreponerse al hostigamiento tras más de 40 años operando bajo esquemas creativos de triangulación. Un nuevo paquete de restricciones no representa una sorpresa para el gobierno de esa nación.

En definitiva, la estrategia de "máxima presión" de Trump, característica de su estilo negociador, prefigura que la agresividad inicial podría ser solo el preludio de un ajuste estratégico: si el asedio no da resultados inmediatos, la Casa Blanca podría optar por una escalada mayor o, por el contrario, por una oferta de negociación disfrazada de concesión. Sin embargo, hasta ahora el magnate parece decantarse por la segunda opción.

En el "casi no tenga que usarse" que enunció en referencia al memorando podrían estar los ejes cartesianos dentro de los cuales se desarrollará la relación Washington-Teherán en el corto plazo. 

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