Vie. 29 Marzo 2024 Actualizado ayer a las 6:48 pm

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Lula da Silva saluda a simpatizantes el 9 de noviembre de 2019 en Sao Bernardo do Campo, Brasil. (Foto: Pedro Vilela / Getty Images)

La delirante política exterior de Lula da Silva

La política exterior del presidente brasileño Lula da Silva está siendo objeto de controversia, principalmente debido a su enfoque de proyectar ideas ilusorias e irrealizables que pueden captar la atención de los medios de comunicación pero que carecen de aplicación práctica o de un necesario cable a tierra.

Son varias las propuestas que hasta ahora ha dejado en la mesa, en su superficialidad se muestran "grandiosas" y atractivas; sin embargo, de la emoción inicial con las que se presentan no ha quedado nada concreto para materializarlas.

Una de las más destacadas de Lula ha sido la iniciativa de crear una moneda común para los países del Suramérica, "Sur". El lanzamiento ocurrió en compañía del mandatario argentino Alberto Fernández, y se constituyó en un evento que llamó la atención del mundo y que generó expectativas en la región latinoamericana.

La idea de tener una moneda de ese tipo es atractiva por las ventajas que ofrece, como la reducción de los costos de transacciones internacionales y la creación de un mayor espacio de integración económica en la región, entre otras.

A pesar de la presentación optimista que tuvo, los esfuerzos para concretarla prácticamente se han diluido, incluso en el discurso del presidente brasileño. Anteriormente dijimos que había un riesgo de que Brasil y Argentina llevaran la batuta del proyecto puesto que un cambio abrupto de gobierno en uno de los dos casos, por vías electorales o golpistas, estancaría el proyecto. El tiempo parece demostrar que un escenario tan extremo no ha hecho falta para que se detenga la discusión de condiciones técnicas y operativas necesarias con vistas a la viabilidad de la moneda "Sur". Su futuro sigue siendo una incertidumbre.

Lula también ha abogado por el movimiento hacia la liberación de Julian Assange, fundador de WikiLeaks, quien lleva cuatro años aislado en una prisión en la cárcel Belmarsh de Gran Bretaña, acusado de difundir información clasificada que evidencia los crímenes cometidos por las potencias occidentales en las guerras de Irak y Afganistán.

El presidente Lula da Silva denunció la falta de esfuerzos conjuntos para liberar a Assange, lo que podría ser interpretado como un gesto de apoyo a la libertad de expresión y el periodismo investigativo. No obstante, la incongruencia surge cuando se toma en cuenta que el presidente brasileño hizo estas declaraciones después de asistir a la coronación del rey Carlos III del Reino Unido, el mismo país que ha encarcelado al periodista australiano y que lo quiere extraditar a Estados Unidos sin ninguna justificación legal.

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Lula da Silva asiste a la ceremonia de proclamación del nuevo rey de Reino Unido, 5 de mayo de 2023 (Foto: Ian Jones)

¿Cómo es posible que muestre una postura crítica hacia el sistema judicial británico en el caso de Assange, mientras que al mismo tiempo está asistiendo a un evento de la monarquía de ese país? A eso se le suma que en su declaración sobre Assange dijo que "había olvidado hablar del asunto con el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunat, pero que le escribirá a su regreso a Brasil", lo que deja entrever que el tema solo viene al caso para darle fuerza a la posible proyección de una imagen progresista.

Otra idea que ha planteado el jefe de Estado brasileño es la de un "retiro" para los presidentes sudamericanos. El formato de "retiro" permitiría conversaciones más íntimas entre los jefes de Estado de la región con menos formalidades y delegaciones restringidas, según reseñan los medios. Lula da Silva envió cartas de invitación a sus homólogos en la región para asistir a dicha actividad en Brasilia el 30 de mayo, incluido el presidente Nicolás Maduro. En la misiva Lula defiende la necesidad de "revitalizar la integración en América del Sur" y menciona la importancia de "la cooperación en defensa, salud e infraestructura, entre otros temas".

Si bien es cierto que desde su regreso al poder Brasil se ha reincorporado a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), lo que marca una diferencia en la conducción que el anterior gobierno de Jair Bolsonaro llevaba del país, no se puede afirmar que haya habido una continuidad significativa.

En este contexto la organización de un "retiro de presidentes" puede ser interpretada como un risible intento de Brasil por recuperar el liderazgo que ha perdido en estos organismos y en la región en general. Además se da en un momento cuando México ha tenido iniciativas en ese mismo ámbito de la integración regional.

Otra de las propuestas de Lula que ha recibido gran atención de los medios es la de "crear un grupo de países no implicados en la guerra entre Rusia y Ucrania para mediar por la paz". No deja claro cómo sería este grupo y qué papel desempeñaría, y tampoco ahonda en los detalles y el contexto de la guerra en curso, ni hace un reconocimiento de los hechos fundamentales detrás del conflicto, por lo que su idea queda como una solución simplista a un problema complejo. Esto sin mencionar que Brasil votó en contra de Rusia —socio Brics— para una resolución de la Organización de Naciones Unidas que condenaba la "invasión rusa" en Ucrania.

Por último, Lula ha afirmado que persuadirá al Fondo Monetario Internacional (FMI) para que adopte una postura más favorable hacia Argentina. Es difícil imaginar cómo el mandatario espera ejercer influencia sobre una institución financiera internacional como la susodicha, que en ningún momento ha modificado su política monetaria en función de criterios que no le favorezcan económicamente, y sobre la cual Estados Unidos mantiene una influencia determinante.

El anuncio de que el presidente brasileño tiene la capacidad para "quitar el cuchillo del cuello a Argentina" suena más como una declaración política destinada a obtener más respuestas mediáticas positivas que como una estrategia clara para resolver los problemas financieros de ese país. De hecho, no mencionó alguna acción concreta con vistas a alcanzar el objetivo.

La actividad diplomática del presidente Lula da Silva ha estado marcada por visitas y reuniones con líderes de otros países, tanto del bloque unipolar como del multipolar, en las que ha buscado consolidar la presencia de Brasil en el ámbito internacional y promover su imagen como una potencia emergente, y ha jugado al equilibrismo geopolítico en una era de definiciones. Es así como el enfoque de plantear "grandes ideas" poco realistas o inútiles hacen que estos esfuerzos diplomáticos pierdan su valor y significado.

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