La reciente orden ejecutiva emitida por el presidente Donald Trump el 20 de enero de 2025, que declara una "Emergencia energética nacional", constituye un hito sin precedentes en la política de Washington sobre este tema.
Por primera vez un mandatario estadounidense recurre a esta medida para ejercer un control más agresivo sobre el sector, lo que genera cambios drásticos en las directrices nacionales y amplía de manera significativa el alcance de las intervenciones federales.
Históricamente, las crisis energéticas en el país norteamericano han estado vinculadas a eventos concretos de escasez o tensiones geopolíticas.
La emergencia declarada por Trump no responde a una necesidad urgente ya que Estados Unidos es el mayor productor mundial de petróleo y gas. Wenonah Hauter, directora ejecutiva de la organización Food and Water Watch, manifestó que "la declaración de emergencia energética nacional por parte de Trump aprovecha una premisa falsa para alentar una mayor producción de combustibles fósiles en un momento cuando Estados Unidos ya es el principal productor de petróleo y gas del mundo".
Para que la "Emergencia Energética Nacional" cumpla con los ambiciosos objetivos propuestos, la nueva administración estadounidense debe reorganizar los mecanismos internos de perforación y producción de hidrocarburos. Este reacomodo de la explotación doméstica permitirá consolidar el aparato exportador y trazar una hoja de ruta que consolide a Estados Unidos como el actor dominante en el mercado global de gas natural licuado (GNL).
En línea con esta estrategia, el gobierno implementó una decisión clave para responder a las críticas hacia las políticas de la gestión anterior, la cual había detenido temporalmente la aprobación de proyectos energéticos multimillonarios mientras evaluaba los impactos climáticos y económicos de un aumento en las exportaciones.
Como consecuencia, la orden ejecutiva firmada por Trump instruyó al Departamento de Energía (DOE) a reanudar de manera expedita la revisión de solicitudes para permisos de exportación de GNL. De hecho, en medio de los anuncios, catorce terminales de exportación de GNL en Estados Unidos están acelerando acuerdos para distribuir su producción a escala global, con la expectativa de recibir una rápida aprobación por parte del presidente.
Aunado a ello Trump, en su primer discurso internacional relevante desde que regresó a la Casa Blanca, vinculó los precios más bajos del petróleo con el fin del conflicto en Ucrania y advirtió a Rusia con "aranceles, impuestos y sanciones" si no se llega a un acuerdo para poner fin al conflicto. "Si el precio bajara, la guerra entre Rusia y Ucrania terminaría de inmediato".
En Davos continuó su línea discursiva hacia los precios y la geopolítica: "Y también voy a pedir a Arabia Saudita y a la OPEP que bajen el coste del petróleo. Hay que reducirlo, lo que, francamente, me sorprende que no hayan hecho antes de las elecciones. No demostraron mucho cariño por no hacerlo".
Según el mandatario, un mayor volumen de exportaciones no solo fortalecerá la economía estadounidense sino que también garantizará un respaldo energético esencial para sus aliados estratégicos en Europa y Asia.
Además, Trump busca ejercer presión mediante amenazas arancelarias y sanciones ilegales tanto para asegurar mercados cruciales como para desplazar a países competidores en el negocio gasífero.
EUROPA: MERCADO ENERGÉTICO BAJO PRESIÓN
En este contexto Europa, bajo las sanciones impuestas al sector energético ruso, redujo significativamente sus importaciones de gas por tubería. Sin embargo, esto incrementó la participación del GNL ruso y de otras fuentes en el mercado energético europeo, lo que subraya la creciente importancia del comercio marítimo en este ámbito.
Según The Guardian, en 2024 Europa alcanzó niveles récord de importación de GNL ruso: los puertos europeos recibieron 17,8 millones de toneladas de GNL procedente de Moscú, lo que representó un aumento de más de 2 millones de toneladas en comparación con 2023, según datos de Rystad Energy.
Washington, ya fungiendo como principal proveedor de GNL para Europa, busca ampliar su ventaja competitiva y debilitar aun más la posición de Rusia en el mercado energético global.
Pero su visión trasciende Europa. Al expandir las exportaciones de GNL para Asia y otras regiones, el presidente estadounidense apuesta por convertir los recursos energéticos de Estados Unidos en una herramienta —o arma— de negociación internacional.
Países como Japón, Corea del Sur y Vietnam han mostrado interés en incrementar sus compras de GNL estadounidense no solo para mitigar la volatilidad del mercado sino también como un medio para fortalecer sus relaciones comerciales con Washington y evitar posibles medidas proteccionistas que se traduzcan en altos aranceles.
"Los socios comerciales consideran que la compra de GNL estadounidense ayuda a las negociaciones arancelarias con la administración Trump", dijo Saul Kavonic, analista de energía de MST Marquee.
Los compradores asiáticos y europeos de combustibles fósiles están aumentando sus adquisiciones de petróleo y gas de Estados Unidos para evitar posibles aranceles comerciales. El presidente reelecto ha sido consecuente con sus amenazas hacia países con superávits comerciales que deberán comprar más energía estadounidense para evitar sanciones económicas.
La expansión de las exportaciones estadounidenses de GNL beneficiaría tanto a compradores, que buscan precios más estables tras la volatilidad causada por la guerra en Ucrania, como a la administración Trump, en su búsqueda de fortalecer la industria de combustibles fósiles.
Sin embargo, la capacidad de los importadores para aumentar las compras a corto plazo está limitada por contratos ya existentes. A largo plazo, estos acuerdos podrían permitir el desarrollo de nuevos proyectos estadounidenses de exportación de GNL.
ESTRATEGIA DE EXPORTACIÓN Y CONTROL
En definitiva, la estrategia y el razonamiento del mandatario estadounidense se perfila de esta manera:
- Inundar los mercados internacionales con GNL, utilizando su infraestructura portuaria como ventaja estratégica.
- Fortalecer la infraestructura exportadora doméstica, acelerando proyectos claves para competir en el mercado global.
- Proyectar influencia económica y política, vinculando las exportaciones de energía con negociaciones comerciales y sanciones.
Por un lado, la agenda apunta a monopolizar mercados estratégicos como el europeo y consolidar la posición estadounidense en las exportaciones de GNL. Por otro, emplea un enfoque dual:
- Imponer aranceles a mercados que dependen de fuentes energéticas no estadounidenses.
- Recrudecer sanciones ilegales a competidores internacionales como Rusia o Venezuela con vistas a dificultar su acceso a mercados cruciales.
Este modelo se orienta a reforzar la hegemonía de Estados Unidos sobre la infraestructura energética global y también pretende presionar a los países dependientes con altos precios energéticos, y limita el acceso a fuentes alternativas de energía que desafían su búsqueda de dominio en un mercado que evoluciona hacia la diversificación.