Vie. 03 Mayo 2024 Actualizado 4:56 pm

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Los laboratorios de contención BSL-3 están concebidos para trabajar con microorganismos del grupo de riesgo 3, que incluye infecciones parasitarias como malaria y leishmaniasis, enfermedades virales y bacterianas (Foto: Facebook del U.S. Naval Medical Research Unit No. 6)

El NAMRU-6: una amenaza para América Latina

La existencia de biolaboratorios estadounidenses en Perú supone un riesgo para toda la región. Con el nombre de Namru-6 se conoce una unidad militar conectada entre el Departamento de Defensa de Estados Unidos y el Pentágono, instalada en la selva del país amazónico, cuyo fin es, en teoría, estudiar enfermedades infecciosas que amenazan la salud pública y militar para luego mitigar posibles amenazas.

Los biolaboratorios se establecieron en 1983 en las ciudades de Lima, Iquitos y en Puerto Maldonado. En la capital peruana el Namru-6 incluye instalaciones de Bioseguridad Nivel 3 (BSL-3), mientras que los otros dos laboratorios son Bioseguridad 2 nominal.

Los instrumentos de contención BSL-3 están concebidos para trabajar con microorganismos del grupo de riesgo 3, que incluye infecciones parasitarias como malaria y leishmaniasis, enfermedades virales (dengue y otros arbovirus provocados por moscas, mosquitos, arácnidos y garrapatas) y enfermedades bacterianas como la diarrea del viajero (Escherichia coli, Campylobacter, que provocan infecciones intestinales de origen zoonótico, Shigella, que provoca diarrea, a menudo con sangre), etcétera.

Se supone que la alianza en materia de seguridad biológica contribuye al país anfitrión ya que la función de estos laboratorios es vigilar posibles brotes para luego proporcionar una respuesta rápida con vistas a contener enfermedades.

Sin embargo, datos del sistema de salud peruano revelan que, por el contrario, ha aumentado en distintos periodos el número de pacientes con las enfermedades que mencionamos anteriormente, aun con la existencia de los biolaboratorios estadounidenses.

Según reportes, el número de casos de malaria aumentó de 30 814 en 1989 a 211 561 en 1996; la proporción de casos por Plasmodium falciparum se incrementó en forma alarmante de 1,6% en 1992 a 28,3% en 1996; y el índice parasitario anual (IPA) aumentó de 2,4 por 1 000 en 1992 a 8,8 por 1 000 en 1996.

Desde su instalación el Namru-6 ha sido cuestionado porque funciona bajo un secretismo con el pretexto de la seguridad máxima. También se reclama por el hecho de que participan las fuerzas armadas de Perú, pero la instancia opera bajo el mando estadounidense, la única de esa naturaleza en América Latina.

En 2020 fue noticia porque a finales de 2019 un miembro del Estado Mayor de la Unidad de Investigación Médica Naval de los Estados Unidos recorrió el río Putumayo. Y es que el hecho causó alarma debido a que unos meses después, en 2020, estalló la pandemia por covid-19 y Perú fue uno de los países de la región con más víctimas mortales, por lo que se empezaron a establecer asociaciones.

Previamente, la investigadora Olga Pinheiro había publicado un artículo titulado "ABC de la geopolítica: la guerra biológica", en el que se refiere a Namru-6 resaltando que se encuentra en la Amazonía peruana, en las cercanías del río Amazonas —el más largo y caudaloso del mundo—, por lo que llamó a estar alerta ante el grave riesgo de contaminación, difusión y proliferación de agentes infecciosos.

Algunos refieren que se podrían estar usando las capacidades de Namru-6 para estudiar cómo se pueden llevar a cabo las operaciones militares en las condiciones de selvas latinoamericanas no amistosas.

Si Estados Unidos tiene experiencia en efectuar experimentos secretos contra su propia población, como cuando en la operación secreta Sea-Spray rociaron varios virus en California para determinar vulnerabilidad de las ciudades ante un presunto ataque biológico, no cabe duda de que también harían estas prácticas en otros territorios.

¿Por qué el ejército estadounidense ha mostrado especial interés en el cólera, la malaria, la fiebre amarilla, las cucarachas y los mosquitos portadores de enfermedades en Perú y no ha hecho nada para contener estas enfermedades endémicas?, se preguntan algunos.

En 2015 el Centro de Estudios Políticos para las Relaciones Internacionales y el Desarrollo (Ceprid) denunciaba que Namru-6 está totalmente "fuera del control del gobierno peruano porque sus miembros, inclusive, gozan del privilegio de inmunidad y, por tanto, cualesquiera que fuesen sus acciones quedan en el campo de la más absoluta impunidad".

Ese mismo año el parlamentario Víctor Hugo Neciosup Santa Cruz elaboró un informe, encargado por el Área de Servicios de Investigación del Congreso de la República, titulado "Uso de tecnologías de la información y las comunicaciones para la vigilancia de enfermedades en poblaciones militares en el Perú".

Cuatro años después el congresista Richard Arce, como miembro de la Comisión de Defensa y Orden Interno, hizo un cuestionario de 10 preguntas sobre Namru-6 al ministro de Defensa, José Huerta Torres, que fueron respondidas a medias un tiempo después.

“¿Qué medidas se toman para evitar que Namru-6 no se encuentre desarrollando investigaciones y experimentos de guerra biológica en nuestro territorio en provecho de EE.UU. y que podrían ser utilizados en otras partes del mundo?”, fue una de las preguntas. Siendo la respuesta: "El Oficial de Enlace de la Dirección de Salud de la Marina participa en las reuniones semanales, donde se reportan los avances de los proyectos de investigación. Esporádicamente el director de Salud de la Marina visita sus instalaciones, la última en febrero del 2019".

Queda la duda de por qué el ejército estadounidense ha mostrado especial interés en el cólera, la malaria, la fiebre amarilla, las cucarachas y los mosquitos portadores de enfermedades en Perú y no ha hecho nada para contener estas enfermedades endémicas.

Más allá de las formalidades que en el ámbito mediático se exponen, han surgido inquietudes sobre las verdaderas intenciones de las unidades Namru en el subcontinente, particularmente en lo que respecta a su posible participación en la vigilancia de actividades políticas, sociales y de seguridad en países como Bolivia, Brasil, Colombia y Perú. Estas preocupaciones se intensificaron tras la autorización otorgada por el Congreso y el Poder Ejecutivo del Perú para el ingreso de personal militar estadounidense con armamento completo a su territorio entre el 1 de junio y el 31 de diciembre de 2023.

A la luz de estos acontecimientos, surge la interrogante sobre el verdadero objetivo de Namru-6. Si bien su misión declarada se centra en la identificación y mitigación de amenazas de enfermedades infecciosas, la presencia de personal militar armado y la falta de transparencia total sobre sus actividades generan dudas sobre sus reales intenciones.

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