Dom. 22 Diciembre 2024 Actualizado Sábado, 14. Diciembre 2024 - 10:42

Debate eeuu

Presidente estadounidense Joe Biden en el debate electoral (Foto: Reuters)

Decadencia en escena: Biden, demencia y farsa electoral

El primer cara a cara televisado entre el presidente Joe Biden y su predecesor, Donald Trump, transmitido este 27 de junio, ha dejado un sabor agridulce entre los demócratas y ha avivado el debate sobre la capacidad del actual mandatario para afrontar una reelección. 

Una parte importante del debate estuvo dedicada a la agenda doméstica, en la que Biden señaló que los problemas económicos del país fueron causados por la anterior presidencia de Trump. Por su parte, el exmandatario defendió una mejor economía durante su etapa en la Casa Blanca y culpó a Biden de la inflación que actualmente está "matando" a Estados Unidos. Además, Trump vinculó la mayoría de los problemas del país a la situación de crisis en la frontera con México y a la inmigración descontrolada.

Sin embargo, fue en el terreno internacional donde el debate cobró mayor intensidad. Trump se jactó de haber conseguido eliminar al general iraní Qasem Soleimani, y criticó la caótica retirada de Afganistán en 2021, calificándola como la "más vergonzosa" de la historia del país. No dudó en afirmar que, bajo su mandato, la escalada del conflicto en Ucrania se habría evitado. 

Joe Biden defendió el millonario financiamiento a la guerra contra Rusia y señaló a Trump de querer retirar a Estados Unidos de la OTAN.

Lo cierto es que el debate no se definió por la solidez argumentativa de ninguno de los candidatos. Más bien se trató de un cruce de acusaciones mutuas sobre el colapso económico, la crisis migratoria y la fracasada política exterior estadounidense, entre otros temas. No obstante, Biden salió en desventaja, en gran medida por la percepción negativa que dejó su estado físico y psicológico. Se le vio titubeante y con dificultades para articular claramente varios de sus argumentos.

Politico no escatima en críticas al describir la actuación de Biden. El medio señala que el Presidente "abrió el debate con una voz áspera y respuestas inconexas y farragosas", lo que "reavivó las preocupaciones demócratas sobre su edad y su capacidad para enfrentarse al expresidente Donald Trump". 

En un momento dado, aparentemente perdiendo el hilo, Biden dijo "finalmente vencimos a Medicare", hablando mal de su propia política sobre beneficios ganados.

Trump, por su parte, aunque con afirmaciones infundadas, se mostró más duro y convincente. El expresidente destacó básicamente porque no lucía deteriorado y senil ante su rival.

Un contundente 67% de los espectadores otorgó la victoria a Donald Trump, frente a un escaso 33% que se decantó por Joe Biden, según los resultados de la encuesta sobre el debate. Estos números, lejos de pasar desapercibidos, han desatado una oleada de críticas hacia el actual presidente y sembrado el pánico en las filas demócratas. 

Un analista anónimo de NBC fue citado diciendo que los demócratas cometieron un "suicidio colectivo" con este debate. El Financial Times informó que "el actual Presidente ha fracasado", mientras que The New York Post afirmó que "millones de personas presenciaron el final de la carrera de Biden". Según Politico, los demócratas han comenzado a discutir la posibilidad de sustituir al líder en ejercicio por otro candidato.

La actuación del Presidente fue muy criticada en Internet y probablemente reforzará la impresión de que ha perdido el paso. La edad de Biden, de 81 años, ha sido durante mucho tiempo un lastre, y encuesta tras encuesta muestran que incluso muchos demócratas están preocupados por su edad.

Los debates desempeñan un papel fundamental en el proceso electoral estadounidense. Una actuación convincente puede impulsar a un candidato y otorgarle un pequeño, pero vital, porcentaje de votos. Por el contrario, un fracaso como el de Biden puede traducirse en la pérdida de apoyos que puede determinar el destino de la presidencia. 

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Espectadores ven la transmisión del debate entre Joe Biden y Donald Trump (Foto: Reuters)

Las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos están previstas para el 5 de noviembre de 2024. Los congresos del partido deberían celebrarse en agosto-septiembre, en los que se aprobará oficialmente un candidato de cada partido. 

“'Es hora de una convención abierta’, escribió en un mensaje de texto un destacado agente del orden.”, señala Politico.

Normalmente Biden, al haber ganado la mayoría de los delegados en las primarias, tendría asegurada la nominación en la Convención Nacional Demócrata en agosto. Sin embargo, en un caso hipotético de retirarse, no hay un proceso establecido para reemplazarlo. Esto significa que los casi 4 000 delegados, aunque en teoría "comprometidos" con Biden, serían libres de votar por quien quisieran. 

"Presumiblemente, Biden tendría cierta influencia sobre sus delegados comprometidos, pero en última instancia estos serían libres de hacer lo que quisieran a la hora de apoyar a un sustituto o sustituta.

Eso podría provocar una contienda frenética entre los demócratas que quieren tener una oportunidad de conseguir la nominación", dice un artículo de la BBC.

Tras 90 minutos de divagaciones incoherentes, la ineptitud política de Joe Biden, evidente para muchos, se volvió imposible de ignorar. Pero como señala la analista política Caitlin Johnstone, la preocupación por la condición mental de Biden como posible candidato a la reelección obvia una realidad aun más perturbadora: lleva cuatro años gobernando en ese estado sin que esto parezca generar mayor alarma. La razón es que existe una comprensión tácita de que Biden no es quien realmente gobierna en Estados Unidos.

"Si la gente realmente creyera que el presidente gobierna el país, se asustarían de que Biden, en su confusión demente, pudiera ordenar un ataque a la Unión Soviética [...] No les preocupa que esto ocurra porque saben que su gobierno está dirigido por gerentes del imperio no electos que actúan tras bastidores".

La agresión en política exterior, las guerras encubiertas y la expansión militarista continúan sin cesar, confirmando lo que Johnstone argumenta: "Las elecciones presidenciales estadounidenses son falsas y los resultados no importan".  

El caso de Biden, lejos de ser una anomalía, se convierte en la prueba irrefutable de un sistema donde el poder reside en las sombras, manipulando la narrativa y perpetuando sus agendas sin importar quién ocupe la silla presidencial.

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