Lun. 18 Noviembre 2024 Actualizado Sábado, 16. Noviembre 2024 - 11:45

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Freddy Mamani, David Choquehuanca, Luis Arce y Andrónico Rodríguez en el Palacio Legislativo en La Paz, Bolivia (Foto: EFE)
Próximos desafíos y escenarios

Arce apunta a la reconstrucción de Bolivia luego del golpe

En sus discursos en la toma de posesión de la presidencia y la vicepresidencia de Bolivia, respectivamente, Luis "Lucho" Arce y David Choquehuanca lograron sintetizar en poco tiempo las razones por las cuales ellos comenzarán a liderar un proceso que pretende ser continuación del gobierno de Evo Morales, aunque con desafíos y escenarios distintos, luego de un año donde Jeanine Áñez y compañía cometieron la empresa de destruir lo conquistado desde la fundación del Estado Plurinacional.

El proyecto histórico que conduce, sobre todo, los máximos líderes del Movimiento Al Socialismo (MAS), se caracteriza por el balance entre una política económica de crecimiento sostenible y la visión política de los pueblos originarios en acción. Cabe destacar que el relanzamiento del MAS pone en el tapete de la discusión y la praxis pública estos dos elementos, evidente en la alocución de los máximos gobernantes de Bolivia.

Economía y Suma Qamaña

El gobierno de facto de Áñez también logró consumar varios tipos de golpe. Diferentes estudios de organizaciones académicas y económicas nacionales en internacionales apuntan que la caída de la economía boliviana este año sería entre el 6% y el 8%, la mayor en décadas en ese país, y muchos aseguran que el declive será mucho mayor si no se detiene el actual marco de políticas neoliberales aplicadas por los golpistas.

Áñez & Cía logró destruir el ciclo largo de políticas exitosas implementadas por el MAS: el PIB de Bolivia pasó de 9 mil millones a 40 mil millones de dólares y la pobreza extrema se redujo del 38% al 15%, por mencionar solo un par de datos. Que esta situación no se agrave más depende de lo que haga el gobierno de Arce de ahora en adelante.

 Por eso "Lucho" dedicó su discurso a la gestión económica, de la que es el principal referente luego de casi 10 años sirviendo de ministro de Economía de Morales.

El aumento del desempleo, la pobreza y las desigualdades se profundizaron con la pésima gestión del Covid-19 del gobierno golpista, cuestión que será un evidente desafío de la nueva administración, experimentada ya en un contexto económico similar.

"Mandamos un mensaje de esperanza a todas las naciones que conforman Bolivia", dijo Arce ante otros mandatarios y altos funcionarios diplomáticos de la región y todo el mundo, como el presidente colombiano Iván Duque y el canciller venezolano Jorge Arreaza.

Asimismo, el mensaje del flamante presidente boliviano contra el odio como instrumento político y espiritual y a favor de la aplicación de la justicia van acorde a las voluntades que han sido perseguidas, violentadas y masacradas por Áñez & Cía. "Se sembró muerte, miedo y discriminación, recrudeció el racismo y se usó la pandemia para prorrogar a un gobierno ilegítimo".

Está por verse si es posible marcar un precedente de justicia lo más pronto posible que pudiese aliviar las tensiones sociales existentes aún en Bolivia, a raíz de la persecución contra el MAS y todo lo que oliera al proyecto histórico que encarna el Estado Plurinacional. "No es el odio lo que impulsa nuestros actos, sino una pasión por la justicia", exclamó parafraseando las palabras de Marcelo Quiroga Santa Cruz.

El discurso de Arce, entonces, se entonó por último en resaltar el impulso que toma su gobierno: "Queremos iniciar una nueva etapa de nuestra historia", exclamó.

Choquehuanca, por su parte, apuntó un discurso dirigido sobre todo a las diferentes naciones que hacen vida en Bolivia, enmarcado en las doctrinas de la Suma Qamaña (Vivir Bien), más ligado a lo proyectado por Evo Morales anteriormente durante su gobierno y distante del anterior vicepresidente boliviano del MAS, el académico Álvaro García Linera.

En específico, reclamó una vuelta a la concepción de la "revolución de los equilibrios", correspondiente a los tiempos de jiwasa e iyambe:

"Hoy Bolivia y el mundo vivimos una transición que se repite cada 2 mil años, en el marco de la ciclidad de los tiempos. Pasamos de un tiempo a otro, dando inicio al nuevo amanecer, a un nuevo pachacuti en nuestra historia, un nuevo sol y una nueva expresión en el lenguaje de la vida, donde la empatía por el otro o el bien colectivo sustituyen al individualismo egoísta, donde los bolivianos no miramos todos iguales y sabemos que unidos valemos más.

"Estamos en tiempos de volver a ser jiwasa; no soy yo: somos nosotros. Jiwasa es la muerte del egocentrismo, jiwasa es la muerte del antropocentrismo y es la muerte del eurocentrismo. Estamos en tiempos de volver a ser iyambe. Iyambe es un código que lo han protegido nuestros hermanos guaraníes. Iyambe es igual a persona que no tiene dueño; nadie en este mundo tiene que sentirse dueño de nadie ni de nada".

Es este marco el que pretende impulsar con nuevo fulgor el gobierno de Arce y Choquehuanca, que tendrá ante sí numerosos contratiempos y escenarios que describiremos a continuación.

Tiempo de justicia

La reacción popular al golpe de Estado en noviembre de 2019 al gobierno legítimo de Evo Morales no se hizo esperar durante las semanas sucesivas. Las tensiones políticas y sociales recrudecieron cuando se cometieron las masacres de Sacaba, Senkata y Yapacaní, al mismo tiempo que se abría un ciclo de persecusión y retaliación violenta sobre los dirigentes y activistas del MAS en específico.

En general, lo que ocurrió fue la aplicación del terrorismo de Estado como elemento axial de la política represiva de Áñez & Cía. El hecho de que la Central Obrera Boliviana, que había protestado contra el gobierno de Morales en los días previos al golpe, se involucrara en la estrategia de presión y bloqueos de diversas organizaciones populares y sindicalistas fue un signo más de que existe en Bolivia en un componente de tensión social aunado a la política y la confrontación de proyectos civilizatorios distintos.

La Asamblea Legislativa Plurinacional aprobó hace pocos días el informe final de la Comisión Especial Mixta que investigó las masacres de Senkata, Sacaba y Yapacaní, entre otros hechos, registrados bajo la administración de facto de Jeanine Áñez, "para quien se recomendó un juicio de responsabilidades por genocidio y procesos penales contra 11 ministros y exministros, por la vulneración de derechos y garantías constitucionales, que derivó en la muerte de 26 personas y un centenar de heridos y detenidos en represiones policiales y militares, tras las elecciones generales del 2019", reza una nota de prensa de la web del Senado boliviano.

Por otro lado, la Fiscalía ordenó que se impidiera la salida del país a dos ministros procesados a partir de la investigación del Parlamento: Arturo Murillo, ministro de Gobierno (Interior) y, Luis Fernando López, de Defensa, quienes no acompañaron el 5 de noviembre a Áñez en su mensaje de despedida, cuando el gabinete se tomó una última foto oficial.

La urgencia de la judicialización de los elementos más criminales del llamado "gobierno de transición" es un factor propicio a la calma de las tensiones sociales, mientras se resuelven el resto de escenarios llenos de contradicciones que se ligan directamente con la gestión de los golpistas, tanto en el gobierno como en otras organizaciones más regionalizadas, como las cruceñas.

Los desafíos en este ítem consisten en la convergencia de diferentes actores a lo interno del Estado Plurinacional que pudieran torpedear los procesos de justicia en Bolivia, en específico en el sistema judicial y en las estructuras policiales, que suele participar en los contextos golpistas bajo un alto perfil.

Se debe tener en cuenta el hecho de que aún existen operadores del "gobierno de transición" de Áñez que aún mantienen cargos en diferentes instancias institucionales claves (justicia, seguridad) con el fin de preservar los elementos golpistas en la estructura estatal.

Santa Cruz vuelve a ser el epicentro de la conspiración

Durante los días previos a la toma de posesión presidencial por parte de Arce y el MAS, el líder cruceño Luis Fernando Camacho ordenó la movilización del Comité Pro Santa Cruz y la Unión Juvenil Cruceñista en pro de bloquear calles con el objetivo de torpedear una asunción legítima de sus adversarios al poder.

"Si estamos en las calles es porque sabemos que se puede lograr muchas cosas y entre ellas es que no se lleve adelante esa posesión", dijo Camacho ante medios, mientras participaba de los bloqueos cruceños.

A día de hoy no ocurrió tal impedimento y Santa Cruz parece que no salió masivamente a apoyar las demostraciones "cívicas" de protestas que tienen décadas consumándose en pro de las agendas de las elites cruceñas, que tienen intereses en los recursos energéticos de Bolivia, estratégicos y en pugna tanto nacional como geopolíticamente.

Esta región boliviana suele estar dirigida por una clase dirigente que, para hacer valer sus intereses, ha buscado por diferentes medios la movilización sectaria del secesionismo y la balcanización del Estado Plurinacional. Es una agenda que históricamente ha sido una bandera del Comité Pro Santa Cruz.

La amenaza de que "lo que hicimos el año pasado, lo vamos a volver a hacer ahora", según Camacho, es decir, de volver a crear un contexto propicio para otro golpe, tiene fuelle y es muy posible que haya convocatorias abiertas para unirse a las acciones del Comité Pro y otras organizaciones históricamente enemigas del MAS.

Camacho es un personaje que aún tiene cierta cobertura mediática y política, que pretende ser el número 1 antimasista, y que posee conexiones a nivel nacional e internacional que pudieran amplificar su agenda, siempre ligada a la desestabilización y el golpe.

Aparentemente, con la vuelta del MAS al poder, se ve a Camacho débil y sin convocatoria, sin embargo es un elemento que seguramente estará presente en las maniobras de imponer un contexto de desestabilización al nuevo gobierno de Arce.

El regreso de Evo Morales

Otro pilar de "la nueva etapa" del MAS en el gobierno es el papel que toma desde este momento Evo Morales en su regreso a Bolivia, tras un año de la persecución de su figura y su legado político que lo obligó a exiliarse primero en México y luego en Argentina.

Su vuelta a Bolivia significa un punto de partida que da mayor fuerza al MAS en el terreno. Su tarea, según Arce en una entrevista concedida pocas horas luego de ser electo presidente, estará con el partido y no en el gobierno.

Aun cuando la justicia boliviana retiró días atrás una orden de aprehensión que pesaba en su contra, en uno de los procesos judiciales iniciados a instancias de Áñez & Cía como gestos de retaliación y persecución política, lo cierto es que siguen abiertas varias causas.

Sin embargo, su regreso no solo compete a las razones lógicas de tener al líder del partido de gobierno haciendo política todos los días en los rincones más necsitados de Bolivia, sino que también obedece a las contradicciones propias del MAS en su seno.

Arce fue muy tajante en la mencionada entrevista que quien decidirá en su gobierno será él y no Evo, muy probablemente respondiendo las señalizaciones de los sectores adversarios que lo llaman apenas un títere de Morales. Sin embargo, también podría tratarse de existe una disputa de poder que está por resolver en el seno de la Bolivia política.

Las buenas noticias para la resolución de las posible contradicciones en el MAS son que tanto Morales como Arce y otros líderes masistas (el mismo Choquehuanca y Andrónico Rodríguez, presidente de la Cámara de Senadores) lograron una cohesión de lucha para lograr nuevamente el poder para tratar de reconstruir Bolivia, luego de un año de intensa destrucción que supuso el gobierno golpista de Áñez & Cía.

De seguro no solo será la historia la única que les cobrará. Asimismo el pueblo de Bolivia.

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