Vie. 19 Abril 2024 Actualizado ayer a las 6:45 pm

¿El fin de Bolsonaro? Las múltiples crisis que amenazan a su gobierno

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Desde que se detectaron los primeros casos de coronavirus en Brasil, el 26 de febrero, el presidente Jair Bolsonaro ha mantenido una actitud fanfarrona para enfrentar la pandemia; incluso, llegó a subestimar el peligro real de la enfermedad al asumir una actitud de burla ante la coyuntura.

Esta postura errática para hacer frente al Covid-19 devino en una crisis política en la que se enfrentan varios poderes del estado, y todo apunta a Bolsonaro como responsable de la emergencia sanitaria por no tomar medidas a tiempo.

El manejo irresponsable de la pandemia

¿Qué quieren que haga?, así es la vida, voy a hacer carne asada para 30 personas este sábado”, entre otras, forman parte del compendio de frases usadas por el presidente brasileño en el contexto de la pandemia.

A esto se suma sus apariciones en público sin la protección requerida, lo que representa un peligro para el propio mandatario.

En este país de más de 200 millones de habitantes, los estados más afectados por el coronavirus son Sao Paulo, Río de Janeiro y Ceará, con más de 320 mil casos positivos y más de 20 mil decesos entre estas tres regiones.

Actualmente Brasil ocupa el segundo lugar en el mundo por número de contagios y muertes por Covid-19, después de Estados Unidos.

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En pocos meses, desde que se contabilizaron los primeros “resfriados” (como refirió Bolsonaro irónicamente), la nación sudamericana se acerca al millón de contagiados y ya supera las 45 mil muertes.

Vale decir que, ante este panorama trágico, la curva de contagios está lejos de aplanarse si se toman en cuenta las poblaciones más vulnerables.

Por una parte, los más de 10 millones de brasileños que viven hacinados en favelas, y por otro, las comunidades indígenas en los estados amazónicos, donde la cifra de contagios se ha quintuplicado.

Los primeros signos del desastre

Las diferencias entre Bolsonaro, gobernadores y jueces se hicieron cada vez más evidentes al momento de establecer las medidas sanitarias para contener el avance del coronavirus.

Ante los dislates del presidente, que incluso llegó a contradecir las recomendaciones de su ministro de Salud, el ala militar del gobierno, encabezada por el ministro de Defensa Fernando Azevedo y por el ministro de la Casa Civil, Walter Braga Netto, intervino para mantener cierto orden.

Esta decisión en la que también pesó el aval del presidente de la Cámara de Diputados Rodrigo Maia y del presidente del Senado David Alcolumbre, contempló la permanencia de Luiz Henrique Mandetta como ministro de Salud. Posteriormente, el funcionario fue despedido.

Braga Netto, quien ya hace dos años había destacado por reducir los índices de criminalidad en Río de Janeiro, con aparecer en la sede del poder ejecutivo simbólicamente mostraba la importancia del poder militar para la estabilidad del poder político en Brasil. La intención era reflejar un estado sólido.

¿Pierde protagonismo Bolsonaro?

Según algunos medios, la actuación de los militares tenía el fin de disminuir la presencia de Bolsonaro en la administración del país. Algunos llegaron a inferir que, si bien el presidente no estaba dejando el cargo para mantener la imagen, la carga administrativa de la presidencia iba a ser llevada por otros entes del estado.

Pese al crecimiento del número de contagios, al punto de convertirse en la segunda nación con más infectados en el mundo, el presidente hasta el momento no ha dejado la actitud de negación hacia la pandemia, postura similar a la que ha tomado el presidente estadounidense Donald Trump.

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No es casual que actualmente Estados Unidos y Brasil encabecen la lista global de contagiados y fallecidos por Covid-19.

Algunos estiman que el presidente de Brasil pudo haber influido en el aumento de casos en tanto que rechazó la imposición de una cuarentena para tratar de frenar el impacto económico de la misma.

Esto originó una falsa seguridad en la población que, en buena medida, se plegó a la negación del distanciamiento social. Parte del conflicto institucional se origina por desestimar las medidas impuestas por los gobernadores de los estados afectados.

Que desde el inicio de la pandemia hayan pasado tres ministros de salud, demuestra la debilidad institucional para enfrentar la crisis.

Posterior a Luiz Henrique Mandetta, la cartera de Salud fue asumida por Nelson Teich, que también renunció por diferencias con Bolsonaro. Actualmente, el ministerio es dirigido por el militar Eduardo Pazuello, cuya única experiencia en el área fue acompañar como viceministro a Teich.

Sin embargo, la crisis política que atraviesa Brasil no se circunscribe únicamente al Ministerio de Salud.

El ministro de Justicia, Sérgio Moro, también renunció luego de acusar a Bolsonaro de boicotear las denuncias por corrupción. “El ex juez explicó que renuncia por la destitución del director general de la Policía Federal, Mauricio Valeixo, y mencionó la necesidad de tener autonomía para ejercer sus funciones”, refiere la BBC.

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Este juez saliente en algún momento fue imagen positiva para el país por ser la figura anticorrupción y construir parte del núcleo duro de Bolsonaro, que llegó al poder impulsado por el sentimiento anti Partido de los Trabajadores (PT).

Recordemos que Moro fue el encargado de condenar a Lula da Silva por supuesto “lavado de dinero” y con esto creció su imagen política.

El desastre en el sistema de salud y la inestabilidad del gabinete en general hacen que la figura del presidente Bolsonaro sea cada vez más débil. A esto se suma la posibilidad de que le apliquen un impeachment al contarcon pocos aliadosen el Congreso.

Por su parte, Rodrigo Maia, presidente de la Cámara de Diputados, por el momento prefiere concentrar la atención en la crisis del coronavirus por considerarla “preocupante y alarmante”, pero no descarta completamente que pueda cambiar de opinión ante alguno de los pedidos de impeachment presentados contra Bolsonaro.

En estos últimos meses ha cobrado vida la tesis de que el gobierno está enfrentado a otros poderes. Actualmente, avanzan procesos contra Bolsonaro en el Supremo Tribunal Federal (STF) y en el Tribunal Superior Electoral (TSE), lo que representa otro elemento adicional añadido al cerco contra el presidente.

También se proyecta la imagen de que el ejecutivo en esta última etapa está siendo sostenido por el poder militar. Sin embargo, esto no es una garantía de que estén a favor de Jair Bolsonaro, sino más que buscan contener la crisis generada por el coronavirus.

El estado brasileño actualmente se debate entre la crisis sanitaria y la política.

Se puede decir que ambos problemas fueron causados por la política irresponsable del presidente, o bien, que el segundo es consecuencia del primero.

Lo cierto es que el manejo de la pandemia es una bomba de tiempo que podría afectar a toda la región. Por lo pronto, sacar a Bolsonaro de la presidencia no parece ser la premura, sino contener el coronavirus a corto plazo y evitar el colapso definitivo del país.

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