Vie. 29 Marzo 2024 Actualizado ayer a las 6:48 pm

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Desde que se perpetraron los atentados, era un secreto a voces que el responsable era EE.UU. (Foto: AFP)
Resumen del artículo de Seymour Hersh

EE.UU. perpetró el atentado contra el Nord Stream

Buzos de la Marina estadounidense que participaron en un ejercicio de 13 días de la OTAN en junio de 2022, Baltics Operation 2022 (BALTOPS22), en Alemania, tres meses después "destruyeron tres de los cuatro gasoductos de Nord Stream, según una fuente con conocimiento directo de la planificación operativa", escribe el laureado periodista Seymour Hersh.

Esta sería la noticia del año por sus inmensas connotaciones geopolíticas e internacionales. Un reportaje de Hersh devela las motivaciones y los entresijos operacionales estadounidenses de la voladura de Nord Stream I y II.

Hersh apunta que "el presidente Joseph Biden considera que los gasoductos son un vehículo para que Vladímir Putin utilice el gas natural como arma para sus ambiciones políticas y territoriales".

EE.UU. deseaba sabotear los gasoductos sin dejar huellas de los responsables. Hersh: "Se produjo después de más de nueve meses de debate altamente secreto de ida y vuelta dentro de la comunidad de seguridad nacional de Washington sobre la mejor manera de lograr ese objetivo".

El reportaje cuenta de dónde reclutaron a los buzos: de la escuela de submarinismo de la Marina estadounidense en Panama City (estado de Florida). Este cuerpo castrense era ideal para la operación encubierta ya que no está obligado a reportar acciones de ese tipo ante el Congreso en Washington.

Los decisores políticos que decidieron la voladura del Nord Stream son el propio presidente Biden, el consejero de seguridad nacional Jake Sullivan, el secretario de estado Tony Blinken y la subsecretaria de estado para política exterior, Victoria Nuland. Hersh comenta que "se habían mostrado clara y coherentemente hostiles" con los gasoductos.

¿El motivo? Alemania disfrutaba de gas barato a través de Nord Stream I proveniente de Rusia sin tener que pasar por Ucrania. Nord Stream II estaba listo para arrancar, sin embargo lesionaba los intereses estadounidenses y, por ende, la operación debía hacerse en secreto.

Además, el holding dueño de ambos proyectos, Nord Stream AG, tenía a la estatal rusa Gazprom como su mayor accionista con 51% del control empresarial. El restante se distribuía en cuatro empresas europeas: una francesa, otra de Países Bajos y dos alemanas. Los beneficios de Gazprom llegaron a ascender hasta 45% del presupuesto anual de Rusia.

Alemania y Europa Occidental se habrían beneficiado doblemente con el inicio de operaciones de Nord Stream II y disminuiría la dependencia económica y energética de la eurozona respecto a EE.UU. El proyecto gasífero "proporcionaría gas suficiente para más del 50% del consumo anual de Alemania" (Hersh).

En el Senado estadounidense también hubo una férrea oposición bipartisana al Nord Stream II. El republicano Ted Cruz presionó a Blinken durante su audiencia de confirmación para “detener en seco” la operatividad del proyecto ruso-europeo.

La decisión de explotar ambos Nord Stream estuvo signada por la presión política en Washington al gobierno de Biden. Pero además el factor europeo fue decisivo: los mandatarios de Alemania, Olaf Scholtz, y Francia, Emmanuel Macron, "claramente una menor dependencia de Washington y sus acciones mercuriales" (Hersh).

También, según el reportaje, la disposición militar de Rusia en las fronteras ucranianas crecía (en lo que luego se descubrió como el despliegue de la Operación Militar Especial en febrero 2022) y eso alarmó a la administración Biden, que temía la dependencia europea del gas ruso, lo que podría conllevar a que Alemania y otros países "se mostraran reacios a suministrar a Ucrania el dinero y las armas que necesitaba para derrotar a Rusia".

Esta confluencia de intereses políticos, económicos y geopolíticos habrían determinado la planificación de la voladura de Nord Stream. Sullivan estaba encargada de presentar el plan, de acuerdo a "los deseos del Presidente".

La fuente le dijo a Hersh que "si el ataque se podía rastrear hasta EE.UU., 'era un acto de guerra'". Por ende, en la Casa Blanca había conciencia de las consecuencias internacionales que habría para su país y la relación con Rusia y parte de Europa de conocerse los autores materiales e intelectuales de la operación.

Cuenta el reportaje que William Burns, jefe de la CIA, encomendó a un equipo de su agencia la elaboración de "un plan para una operación encubierta que utilizaría buzos de profundidad para provocar una explosión a lo largo del oleoducto". La NSA también participó en labores de inteligencia.

Tanto Biden como Nuland habían amenazado que "si Rusia invade Ucrania, de un modo u otro Nord Stream II no seguirá su curso", dando a entender que el sabotaje a los gasoductos estaban anticipados ante la comunidad pública internacional, lo que dio "una oportunidad a la CIA".

Cuenta Hersh que el plan "pasó repentinamente de ser una operación encubierta que requería que se informara al Congreso a considerarse una operación de inteligencia altamente clasificada con apoyo militar estadounidense", pero "aún tenía que ser secreta" ya que "los rusos tienen una vigilancia superlativa del Mar Báltico".

Las instalaciones de la Marina y la Fuerza Aérea estadounidenses en Noruega eran "el lugar perfecto para basar la misión". La estrecha colaboración con sus colegas noruegos facilitaba las labores de espionaje sobre infraestructuras críticas rusas en la península de Kola, al norte de Rusia.

Noruega no solo es uno de los signatarios originales del Tratado del Atlántico Norte de 1949, también quien fuera su primer ministro durante ocho años, Jens Stoltengerg, es actualmente secretario general de la OTAN y un furibundo antirruso de la era Putin. "Él es el guante que se ajusta a la mano estadounidense", dijo la fuente a Hersh.

De acuerdo a la historia de Hersh, los noruegos también habrían hecho lo propio para que los ejércitos de Dinamarca (miembro OTAN) y Suecia estuvieran al tanto de la operación mas no de sus detalles que debían mantenerse en secreto, debido a que la zona de maniobras comprendía sus respectivos espacios de actividad submarina.

Asimismo, Noruega propuso -siempre según la fuente de Hersh- que la operación de minado de los gasoductos se produjera en el marco del ejercicio BALTOPS22, "la tapadera ideal". La Marina también habría apoyado a este escenario implicando a "la Sexta Flota para que añadieran al programa un ejercicio de investigación y desarrollo". "Los chicos de Panama City harían lo suyo y los explosivos C4 estarían colocados al final de BALTOPS22", escribe el periodista estadounidense.

Mediante una complicada operación que incluía una boya de sonar para activar los explosivos, tres de los cuatros gasoductos de Nord Stream fueron volados el 26 de septiembre de 2022. "A los pocos minutos, los charcos de gas metano que quedaban en las tuberías cerradas podían verse esparciéndose por la superficie del agua y el mundo se enteró de que había ocurrido algo irreversible", relata Hersh.

Las repercusiones fueron celebradas por Biden, Blinken y Nuland de manera pública, aunque los medios estadounidenses y europeos nunca sospecharon de estos como decisores políticos del sabotaje de los gasoductos. En definitiva, creó la oportunidad de profundizar la dependencia alemana, y en general de Europa Occidental, en torno a los intereses geopolíticos y geoeconómicos de EE.UU.

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