Los medios de comunicación que ofrecen una visión alternativa a las grandes cadenas afiliadas al catecismo atlantista e informan desde una perspectiva del Sur Global denunciando el racismo, la guerra y la desigualdad impuesta por el sistema capitalista sufren la presión y censura por parte de la Unión Europea (UE). La influencia de los políticos europeos es tal que algunos han tenido que cerrar. El caso de Redfish es uno de ellos.
"La implacable campaña de difamación por parte de los principales medios de comunicación, académicos y grupos de expertos; la censura en las redes sociales y ahora el acoso sancionado por el Estado nos han hecho imposible continuar. Esto es lo que nos sucedió, cómo hemos sido utilizados como un caso de prueba en el uso de armas de la 'desinformación' por parte de la UE para silenciar las voces críticas, y por qué lo que hemos pasado es solo el comienzo de una represión que afectará a todos, incluidos aquellos que han alentado y vitoreado la supresión de nuestro trabajo", dijo redfish en un comunicado.
¿Cuáles métodos se usan para censurar y quiénes pasan el filtro? Las grandes cadenas de información constituyen la "comunidad de verificación de hechos". Las empresas Meta, Twitter, Google, entre otras, así como los organismos como el Servicio Europeo de Acción Exterior y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), son básicamente el tamiz de lo que se publica. Los actores destacados en la red de "verificadores de hechos" de la UE son medios como RTVE (española), DPA —según Redfish, parcialmente financiadas por medios estatales alemanes— y AFP, que siguen el libreto impuesto.
Para los políticos de la UE, cualquier voz que diga algo distinto al guión "socava el proyecto europeo" y pone en peligro la democracia. Cualquiera que cuestione públicamente el orden político y socioeconómico actual en Occidente ya no tiene derecho a la protección legal internacional y de la UE, por lo que son tratados como amenaza.
Cadenas como Sputnik, RT, Redfish, entre otros, han sido objeto de todas las herramientas de censura de la UE, que incluyen etiquetas de advertencia, restricciones de cuentas de redes sociales, eliminación arbitraria constante de contenido que cumple con los términos y condiciones de las plataformas y prohibiciones ocultas, casi siempre sin mecanismos de apelación.